Aznar y el primer ministro belga, Guy Verhofstads (izquierda), durante la rueda de prensa conjunta que ofrecieron ayer tras mantener una reunión de trabajo.

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Los partidos regionalistas y nacionalistas "a los que Maragall dirigió su propuesta de que Joaquín Almunia sea presidente del Gobierno tras los comicios del 12 de marzo en virtud de la aplicación al conjunto de España del modelo que se aplicó en Balears, donde el PSOE, segunda fuerza más votada por detrás del PP, gobierna gracias a una alianza entre los partidos de centro-izquierda" han reaccionado fríamente, mientras que los líderes del PP e incluso algunos del propio PSOE la han criticado abiertamente.

El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, por ejemplo, afirmó que la propuesta de un pacto «a la balear» tiene «dificultades considerables y podría resultar hasta contraproducente».

PROYECTO
El responsable de comunicación del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, considera que «hablar de pactos es muy prematuro y lo lógico es que cada partido defienda su proyecto y luego los ciudadanos nos coloquen a cada uno en su sitio y nos obliguen o no a pactar».

Otro socialista, el secretario general del Partido Socialista Canario-PSOE, Juan Carlos Alemán, dijo que su formación se presenta a las próximas elecciones «para ganar» y desautorizó los pronósticos de Maragall sobre posibles acuerdos postelectorales porque «estar estableciendo ahora debates sobre pactos es un error político».

Desde el PP, su secretario general, Javier Arenas, subrayó que su partido trabaja con la hipótesis de la victoria electoral y dijo que el PSOE «está preocupado, buscando aliados para esa derrota, independientemente de la ideología de los partidos y de la defensa del modelo de Estado».

Se mostró convencido de que CIU "cuyo candidato Xavier Trias apuntó hace unos días la posibilidad de apoyar a la segunda fuerza tras las elecciones generales" no participará en una alianza para impedir que la fuerza ganadora en las elecciones gobierne.

El presidente del Gobierno, José María Aznar, descalificó la coalición «frentista» que pretende alcanzar el PSOE con los partidos nacionalistas y regionalistas para evitar que el PP, con los apoyos de CiU y CC, pueda volver a gobernar, e insistió en la necesidad de que la campaña electoral sea serena, centrada en la exposición de programas y proyectos.

El jefe del Ejecutivo subrayó que no colaborará en ningún tipo de campaña electoral de debates «broncos o crispados», y añadió: «Que no cuenten conmigo para eso ni para hacer operaciones políticas frentistas. No se cuente conmigo para hacer frentes contra».

El vicepresidente segundo del Gobierno, Rodrigo Rato, aseguró que Maragall es quien marca la política autonómica del PSOE, mientras que el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José María Michavila, subrayó que Almunia tiene «hipotecada» su legitimidad como candidato por tener que «tragarse» los acuerdos de los «barones» del PSOE con partidos independentistas.

El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, dijo que CiU no podría participar en un acuerdo entre nacionalistas y progresistas. Pujol consideró inviable la propuesta lanzada por Maragall porque es «inimaginable» un acuerdo en el que participen CiU e IU.