Imagen de la estación de tratamiento de aguas de Emaya en Son Tugores. | Redacción Local

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Emaya cierra el grifo. La empresa municipal ha iniciado una campaña de persecución penal de enganches ilegales a la red de agua de Palma y ha llevado a juicio a decenas de defraudadores en los últimos meses y aún tiene pendientes un buen número de procedimientos por este tipo de fraudes. En la inmensa mayoría de los casos se trata de pisos de zonas como Son Gotleu o Pere Garau en los que sus moradores han realizado enganches a la red sin contrato ni ningún tipo de permiso. Estas actuaciones son castigadas con un delito leve de defraudación de fluido castigado con penas de multa. Sin embargo, la peor parte para los acusados es que Emaya está reclamando una importante responsabilidad civil a los defraudadores, de alrededor de ochocientos euros.

Ante la dificultad en la mayor parte de los casos para cuantificar la cantidad exacta de líquido que se ha robado a la red pública, se opta por aplicar un baremo y reclamar esta cantidad. Se trata de pequeñas defraudaciones para dar servicio a viviendas en situación precaria. Los casos denunciados ante los juzgados de Instrucción de Palma parten de revisiones de la propia empresa en los que se detectan los enganches privados y son desmantelados.

Además de quitar la tubería ilegal, los trabajadores avisan a la policía para que identifique a los moradores de las viviendas y los lleva a juicio. El principal problema, en muchas ocasiones, está precisamente en acreditar quién es el ocupante de ese piso y quién ha realizado el enganche ilegal. Es habitual que se trate de viviendas que han sido okupadas o cuyos inquilinos han cambiado sin que exista constancia de quién estaba realmente en el domicilio. De hecho, las absoluciones que se han producido y las condenas que han sido revocadas por la Audiencia se deben a dudas en torno a la identidad de los moradores de las viviendas. La identificación de los acusados depende en casi todos los casos de la intervención de la Policía Local o de la Policía Nacional.

Otra tónica habitual en estos casos es que los acusados ni siquiera comparezcan el día del juicio en el juzgado de Instrucción y sean condenados en ausencia. Con todo, un buen número de asuntos terminan en una conformidad. Las penas que se imponen rondan los 45 días de multa con cuotas diarias de unos cinco euros. Además se establecen indemnizaciones variables, en función de los posibles daños causados a la red de aguas.

Este tipo de juicios se producían de forma puntual en Palma cada vez que la empresa pública detectaba una conexión. Sin embargo, en los últimos meses se han intensificado la inspecciones y las denuncias por los fraudes leves. La empresa pública adopta una política similar a la que ya han tomado otras administraciones como el Ibavi que inició una oleada de denuncias contra okupas de pisos públicos para forzar su desalojo y que también desembocaban en juicios por delitos leves.

El apunte

Cobro por tres horas con el grifo abierto

Ante la imposibilidad de calcular la cantidad de agua defraudada en cada uno de los casos a falta de contador, Emaya recurre a su propio reglamento. El cálculo se realiza según el contador que tendría esa vivienda y en base a un consumo diario de tres horas con el grifo abierto de manera ininterrumpida. Así se fija la responsabilidad civil que se suma a la multa que impone el juez por el delito de defraudación.