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Ni idílica ni paradisíaca. Esta es la imagen veraniega que ofrece Cala Varques, una de las playas vírgenes más representativas de la costa manacorina , que cuenta con más de seis kilómetros cuadrados declarados de Àrea Natural de Especial Interés (ANEI).

Después de que el fin de semana pasado agentes de la Policía Nacional, Guardia Civil y del Seprona desalojaran a la fuerza a los habitantes que vivían en la cueva declarada Lugar de Interés Comunitario interponiendo hasta un número de 22 sanciones, ayer todo indicaba que nadie habita en el espacio aunque los restos de suciedad, escombros y mobiliario se acumulaban tanto en la cueva como en la orilla del mar.

De esta manera, sillas de plástico, tablas de madera, enseres de cocina, latas y restos de basura se encontraban en el interior de la cueva y en los alrededores de la playa, ofreciendo la bienvenida a los visitantes y turistas que eligieron Cala Varques para disfrutar de la jornada.

Además, por su situación privilegiada, Cala Varques también se ha convertido en zona de acampada aunque en la entrada a la zona se recuerda la prohibición de acampar. Sin embargo, el pinar se erige en lugar habitual para el camping, en el que las tiendas de campaña forman parte del paisaje.

Llamamiento

El Ajuntament de Manacor ya reclamó al ejecutivo balear una acción contundente para poner punto y final a las actividades no permitidas como las acampadas ilegales o las ocupaciones de cuevas. Así las cosas, una de las principales preocupaciones del Consistorio es que en un supuesto caso de accidente, los servicios de emergencias se encontrarían con dificultades para acceder a la zona de playa puesto que el camino que conduce hasta la arena no es transitable para los vehículos.

Por su parte, el gobierno autonómico anunció «un plan para analizar y localizar las problemáticas ambientales que ponen en peligro la conservación del paisaje», en palabras del president Francesc Antich con el objetivo final de evitar que vuelvan a ocurrir sucesos como el fuego de Benirràs, en la isla de Eivissa, donde las llamas consumieron cerca de 240 hectáreas de bosque durante el pasado mes de agosto.