Vista panorámica de la finca de la Trapa con la isla de la Dragonera al fondo.

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El Arbre de la Trapa, símbolo de la finca del mismo nombre en las estribaciones andritxoles de la Serra de Tramuntana, está enfermo. Sus hojas aparecen quemadas y presenta un crecimiento deficiente. Tanto agentes medioambientales como miembros de la organización ecologista GOB investigan las causas del mal, con el objetivo de determinar el tratamiento que neutralice la amenaza que se cierne sobre este ejemplar de bellasombra ombú (Phytolacca dioica).

Actualmente, el árbol tiene una altura de unos seis metros y el diámetro de su copa alcanza los 3,5. Unas dimensiones que, según el portavoz del GOB, Toni Muñoz, eran mayores hace 30 años, puesto que no es la primera vez que esta bellasombra pasa por dificultades como las actuales. No obstante estas complicaciones anteriores tuvieron más su origen en el concurso de los elementos que en la aparición del hongo indeterminado que centra ahora las sospechas de los técnicos.

A juicio de Muñoz, la situación, aislada, en que se encuentra el árbol lo expone al fuerte viento de Tramuntana, al tiempo que los incendios que han afectado la zona en la últimas décadas tampoco han contribuido a mejorar su salud. «El Arbre de la Trapa presenta las mismas dificultades que la finca que lo alberga, ambos luchan por sobrevivir», lamenta Toni Muñoz.

Según el servicio de protección de especies del Govern, el Arbre de la Trapa tiene entre 150 y 200 años de edad, ya que se cree que lo plantaron los monjes trapenses llegados a la finca en 1810 tras huir de los estragos de la Revolución francesa.