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Dicen en Sencelles que, hacia el siglo XV, tras una larga sequía, el pueblo resolvió que la patrona de la localidad sería la santa del día en que al fin lloviera. Volvió a llover un 5 de febrero, y desde entonces su patrona es, junto a Sant Pere, Santa Àgueda. En la misa celebrada ayer en su honor, los sencellers le rezaron de nuevo para que lloviera: «Porque así como un día el Cielo les concedió [a los agricultores del pueblo] una lluvia abundante que les ayudó a subsistir, cuenten también ahora con este don, que este año vuelve a ser tan necesario, y con todos los medios para poder desarrollar su trabajo con dignidad», decía la plegaria.

Sencelles, como el resto del Archipiélago, está en situación de prealerta por sequía. En este contexto, la plegaria a Santa Àgueda fue este viernes especialmente sentida por los feligreses, más aun en un municipio en el que la actividad agraria ha sido históricamente relevante para la economía local.

Además de a favor de los payeses, los feligreses rezaron también para favorecer la germanor entre las personas y «para las mujeres que padecen cáncer u otra dolencia en los pechos». A Santa Àgueda le amputaron los pechos en su martirio.
Otra novedad de este año fue la bendición de una capilla en la plaza de l’Obreria, junto a la iglesia. Para llevar a cabo la bendición se sacó la imagen de Santa Àgueda del templo.

Desde hace unos años, el Consistorio hace entrega de una ensaimada a la mujer más joven y a la de mayor edad del pueblo. Con unos pocos meses de vida, la más joven es Carme Bennàssar. La mayor sigue siendo Tonina Ramis Vanrell, de «102 años; tres meses y dieciocho días. I sencellera d’arrel», según recordó la misma.