Joan Manera sostiene que «hay menos cabras alóctonas de lo que la gente cree». Dice el director insular que en las cotas altas de la Serra apenas existen y en los vedados las colonias están controladas. | Michel's

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Los payeses, pequeños productores y propietarios de fincas, en la Serra de Tramuntana plantean a las instituciones la posibilidad de comercializar carne de cabra alóctona asilvestrada, para así frenar los devastadores efectos que tiene sobre los hábitats y ecosistemas la sobrepoblación de esta especie invasora.

Entre las propuestas más votadas durante la primera Trobada de Gestors de la Serra de Tramuntana, organizada por la asociación Tramuntana XXI, encontramos la de instar a las instituciones competentes la aprobación de una normativa que facilite la comercialización de carne de caza y permita la venta directa de productos de la Serra en cada una de sus fincas, incluyendo la carne de cabra, y evitar dentro de lo posible la concurrencia de intermediarios.

El objetivo de esta medida, según los gestores de la Serra de Tramuntana (entre los que figuran payeses, pequeños productores, propietarios y agentes forestales) sería el de «controlar las colonias de cabras silvestres y aumentar la rentabilidad de las fincas».

No obstante, tanto el Govern como el Consell de Mallorca ven poco factible la propuesta.
Según fuentes de la dirección general de Salud Pública, para comercializar carne de caza, en este caso de cabra silvestre, sería necesario disponer de un matadero con sala de despiece especializada en este tipo de producto cárnico.

Ante la ausencia en Mallorca de esta clase de infraestructura que, además de procesar la carne de caza, velara por el control y seguridad alimentaria de los productos derivados, la comercialización de éstos se tercia imposible y más aún la venta directa. En similares términos se expresa el director insular de Cooperación Local y Caza, Joan Manera. Explica que, a principio de legislatura, se trabajó en la aprobación de un decreto para habilitar la comercialización de carne de cabrit autóctono y cabra fina mallorquina, criados en los vedados de caza mayor de la Isla, en una proporción de un ejemplar por cada diez hectáreas. Sin embargo, este decreto debía acogerse a una directiva europea para la regulación de la sobrepoblación de especies que, en el caso de España, se traspuso para controlar las colonias de jabalíes; y que exige la concurrencia de mataderos específicos para carne de caza.

Una instalación que, si bien en el caso de las colonias de jabalíes, por su volumen y producción, hace rentable su funcionamiento, en el caso de las cabras salvajes no se asegura su viabilidad. «No hay tantos cabritos para montar una infraestructura de estas características, ni el precio que se paga por su carne asegura su rentabilidad», apunta el director insular.

Joan Manera asegura que la autorización para comercializar carne de cabra alóctona asilvestrada no sólo no serviría para reducir su presencia, sino que la aumentaría.