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CARLOS MINGUEZ
El próximo lunes Raphael cumplirá 60 años pero ese día celebrará, con su familia y amigos, el «primer mes» de su nueva vida, tras el trasplante de hígado al que fue sometido el pasado 1 de abril. «Dios me ha concedido una prórroga, y pienso meter muchos goles», dijo ayer el cantante.

«Miedo a la muerte no, pánico», entonces y ahora, es lo que sintió Raphael cuando los médicos le dijeron que la situación era grave y que había que proceder al trasplante. Un momento que, cuando le anunciaron había llegado, intentó retrasar por todos los medios, hasta que Natalia Figueroa y sus hijos se plantaron y no le quedó más remedio que obedecer. «Se pasa muy mal, porque no sabes si vas a salir o no», reconocía el cantante jienense.

Sonriente, feliz, emocionado, hasta el punto de que sus ojos se humedecían en algunos momentos, Raphael citó a la prensa para mostrar que su estado de salud es «estupendo» y que su humor es el de siempre. «El día que lo pierda será el comienzo del fin», comentó.

Pero sobre todo, Raphael quiso expresar su profundo agradecimiento a los médicos que han hecho posible el trasplante -el doctor Vicente Estrada, su médico personal durante 35 años, y el doctor Enrique Moreno, que estuvo al frente del equipo que realizó la operación en el Hospital 12 de Octubre de Madrid-, a la familia del donante y a las 48 personas, amigos unos, desconocidos otros, que se prestaron a diferentes pruebas para ver si era posible el trasplante.

Agradecimiento a sus amigos, a su público, de dentro y fuera de España, que durante semanas se ha interesado por su estado de salud y le ha hecho llegar su cariño y admiración, a los medios de comunicación y, sobre todo, agradecimiento a su esposa, Natalia Figueroa, «mi enfermera en jefe», sus tres hijos, su yerno y su nuera.