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Los ocho grandes talentos que hacen «más esperanzada y más rica la existencia humana» acapararon todos los focos en el Teatro Campoamor de Oviedo. Felipe de Borbón ensalzó, desde la presidencia del solemne acto de entrega de los Premios Príncipe de Asturias 2008, la trayectoria de los galardonados y, entre ellos, destacó al mallorquín Rafael Nadal. El número uno del mundo fue puesto como ejemplo para la juventud por el Príncipe, que subrayó la «sencillez» y «actitud caballerosa» que irradia desde la cima del éxito. El manacorí acaparó admiración, mientras que la mayor ovación y la nota más destacada llegaron cuando Ingrid Betancourt, que también desveló su admiración hacia el isleño que nació durante su cautiverio, rompió a llorar. La política colombiana realizó un discurso cargado de sentimientos en el que emocionó a los presentes al recordar a los que viven privados de libertad. También los jóvenes representantes del sistema de orquestas de Venezuela junto a su fundador José Antonio Abreu coparon gran parte de los aplausos y miradas más emotivas de la cita. Los receptores de los ocho galardones ocuparon sus asientos justo después de que los Príncipes de Asturias ocuparan su lugar en la mesa presidencial mientras la reina Sofía se disponía a presenciar la ceremonia desde el palco de honor.