TW
2

La dieta mediterránea, declarada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO desde 2010, siempre ha estado unida al consumo de la cerveza, bebida fermentada que, junto al vino y la sidra, surgió a la par que la agricultura por la fermentación espontánea de la cebada, trigo, uvas o dátiles.

De hecho, numerosos historiadores afirman que la población sumeria de la antigua Mesopotamia fue la primera civilización que comenzó a consumir vino y cerveza, incluyéndolos dentro de su alimentación habitual con la intención de evitar la ingesta de aguas no higienizadas. Así, durante siglos, su consumo se extendió por toda la cuenca del mediterráneo, desde los egipcios, pasando por los griegos y romanos hasta la Edad Media.

Desde entonces y hasta la actualidad, las bebidas fermentadas se consumen habitualmente en los países mediterráneos. En este sentido, los hallazgos más remotos de restos arqueológicos de cerveza de Europa se encuentran en España, en la cueva de Can Sadurní situada en Begues (Barcelona).

Las bebidas fermentadas están elaboradas exclusivamente a partir de la fermentación de alimentos como la uva, los cereales, los frutos carnosos o bayas, por lo que poseen una baja graduación alcohólica. Esto se debe a que la fermentación de sus materias primas mantiene inalterados muchos micronutrientes de los ingredientes naturales que les dan origen como las vitaminas, los antioxidantes, la fibra y los minerales. En concreto, estas bebidas contienen entre 4 grados y 5 grados en el caso de la sidra o la cerveza y entre 12 grados y 15 grados en el caso del vino.

Beneficios

Además, todos los micronutrientes que contienen benefician a la salud ya que, por ejemplo, diversos estudios científicos realizados a nivel nacional e internacional han confirmado que el consumo moderado de bebidas fermentadas por adultos sanos (un máximo de 30 gramos al día en el caso de los hombres y 20 g/día en las mujeres) puede ser saludable por las propiedades que se desprenden de su baja graduación.

Asimismo, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) incluye en la 'Pirámide de la Alimentación Saludable', -principal referente en material nutricional que integra todos los alimentos propios de nuestra dieta, el consumo opcional y moderado de cerveza, por supuesto, siempre por adultos sanos.

Por otra parte, el estudio' Cerveza, Dieta Mediterránea y enfermedad cardiovascular' dirigido por el consultor del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic, Ramón Estruch, ha mostrado que el patrón alimentario global de los consumidores moderados de cerveza es más próximo a la dieta mediterránea que el de los no consumidores de esta bebida fermentada.

También, la ingesta de ácido fólico, vitaminas, hierro y calcio es superior y presentan una menor incidencia de diabetes mellitus e hipertensión, así como un índice de masa corporal inferior. Finalmente, la investigación, realizada en el marco del estudio Predimed, ha señalado que los consumidores moderados de cerveza presentan una menor prevalencia de diabetes mellitus e hipertensión, realizan mayor actividad física y tienen un índice de masa corporal menor que los no bebedores.