Inmaculada nunca había trabajado con caballos, pero es una gran amante de los animales, en especial de los perros. «En Madrid vivía con tres. En estos meses he cogido cariño a los caballos y lo más curioso es que ellos a mí también». En la imagen, Inmaculada con ‘Chivas’, en primer término, y ‘Milagre’. | Joan Torres

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Inmaculada Bautista Pérez nació hace 32 años en la localidad madrileña de Alcalá de Henares. «Soy la mayor de cuatro hermanos y siempre he tenido que esforzarme más. De hecho es algo que me gusta, me considero una luchadora». Inmaculada aterrizó en Palma (bueno no, en realidad llegó en barco) desde Ibiza, donde en principio iba a realizar la temporada turística, hace unos tres meses. «Las dos últimas temporadas había sido masajista en hoteles de la isla, pero este año me apetecía hacer algo al aire libre y a ser posible con animales». Inquieta por naturaleza, en Barcelona estuvo trabajando de carretillera y en Madrid de pescadera y repartidora para una panificadora. «Me enteré de que había esta oferta de trabajo y me presenté». Inmaculada no tenía ninguna experiencia anterior con los caballos «pero me encantan los animales. De hecho en casa teníamos tres perros».

Esta joven, tras realizar unas clases prácticas, comenzó llevando una galera de un solo caballo. «Al mes ya pasé a llevar dos caballos. Mi jefe y otros compañeros me dijeron que nunca habían visto una evolución tan rápida. No sé si me lo dicen para darme ánimos, pero la verdad es que me han apoyado en todo momento incluso hasta demasiado y tengo que decirles que no me ayuden tanto».

Su horario comienza a las 9,30 horas y termina sobre las 19 horas. «Un día normal suelo realizar seis recorridos, que no son muchos. La gran mayoría de los clientes son extranjeros, aunque recuerdo por ejemplo a una familia de Galicia que fue encantadora». A la hora de explicar los recorridos que se pueden hacer, de entre 25 y 40 minutos y que tienen un precio de entre 40 y 80 euros por persona, aunque se suele hacer algún descuento, «me informé mucho durante las prácticas para que las explicaciones fueran lo más amenas y exactas posibles». Inmaculada trabaja con un sueldo fijo, más comisiones y propinas.

Ante la polémica surgida por el estado de los animales, ella lo tiene claro. «El caballo no sufre y gracias a este trabajo no está en el matadero. Con estos paseos, él puede comer y nosotros también».