La familia, en las cascadas de Ouzoud, en Marruecos. | Joshua Roibal

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Si hay un mercado en Turquía que defina lo que es la Ruta de la Seda es el mercado de Iski Ipen Hani, en Bursa, la antigua capital del Impero Otomano, fundada en 316 aC por Antígonas, uno de los generales de Alejandro el Magno. Este mercado de Koni Khan, patrimonio de la humanidad por la Unesco, mantiene viva la esencia de esta ruta. Aún podemos ver cómo se comercia con esta materia prima y, a través de su plaza, arcos y tiendas, la seda sigue siendo la protagonista». Así lo afirma Joshua Roibal, presidente de la Fundación Cultural Pueblos de la Tierra. Junto a su mujer, Encarna Ferrer, y sus hijos Ulises, de 12 años, y Hermes, de 7 años, iniciaron a principios de año un viaje que les llevará desde Palma hasta Mongolia. Serán miles de kilómetros a bordo de una camioneta.

Su primera parada fuera de la Península tenía que ser Argelia, pero les denegaron el visado para entrar. Así que siguieron hasta Marruecos (donde visitaron Fez, Rabat o Casablanca). Al no poder llegar hasta Túnez por tierra, regresaron a España y desde Barcelona embarcaron rumbo a Civitavecchia, no muy lejos de Roma. Recorrieron Italia y llegaron hace unos días a Turquía. Le seguirán Armenia, Azerbayán, Irán (donde tienen previsto vivir tres meses)... hasta llegar a Mongolia, cuna de la religión bompó.

Llevan viajando más de tres meses en su camioneta, han recorrido ya más de 9.000 kilómetros y visitado nueve países. «Nuestro viaje comenzó en el Reino de Marruecos, visitando los lugares más emblemáticos, como Rabat, Casablanca, Ifrane, Merzouga, Oudzud, Risana, Ouarzazate. Buscamos aquellos lugares más interesantes, pero en especial el desierto, donde teníamos a grandes amigos y quería que conocieran cómo se vive en una zona tan árida. Nos denegaron el visado para poder entrar a Argelia, por lo que tuvimos que modificar la ruta y desarrollar nuevamente cómo íbamos a enfrentarnos en la entrada al mundo islámico, así que tuvimos que improvisar. Gracias a que en Casablanca se encuentra la segunda mayor mezquita del mundo musulmán, salvamos la situación. Además, visitamos uno de los mayores centro de estudios coránicos en la ciudad de Fez. Se pueden ver las primeras crónicas en Facebook ‘sigue la vuelta’ o en Instagram, en ‘siguelavueltatravel’», señala.

Después, y tras hacer un breve paso por España, entraron en Oriente cruzando gran parte de la Toscana Italiana, subiendo los puertos de montaña de los Apeninos. «Hemos visitado ciudades llenas de arte e historia, como Florencia, Venecia, Trieste. Y hemos cruzado parte de los Balcanes. Países como Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia y Bulgaria nos han precedido antes de llegar a la puerta de Oriente. Hemos cruzado por el puente del Bósforo, que une Occidente con Oriente, para llegar a Turquía, nuestro destino de trabajo donde comienza la Ruta de la Seda y nuestro proyecto familiar. Ahora, después de realizar nuestro primer reportaje en la ciudad de Bursa, nos encontramos en la Provincia de Çanakkale para visitar una ciudad legendaria, lugar escogido para la primera obra literaria que Ulises ha estudiado en este viaje: La Iliada, de Homero. Por ello, hemos visitado sus ruinas cargadas de historia en Troya». Los niños son unas auténticas esponjas. «Están aprendiendo mucho de historia, arte y, sobre todo, idiomas. Hermes ya saluda en varios idiomas y conoce muchas palabras sueltas. Ulises se ha adaptado muy bien con la gente que nos vamos encontrando y nos acogen. Está haciendo amistades y le encanta la fotografía, que esta ahora descubriendo».

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Su comida es sencilla. Desayunan café, leche, huevos, pan, miel, yogur y, cuando encuentran, frutos secos. Comen verduras, pollo, legumbres. Todo lo compran en pequeños mercados y en tiendas que van encontrando por el camino. «De vez en cuando, nos permitimos comer en puestos callejeros y restaurantes típicos para saborear la delicias gastronómicas de los países que visitamos. Tenemos por costumbre, cuando nos invitan, hacer alguna comida típica de Mallorca o Española, como la tortilla de patata, arroz con leche y cosas sencillas, y les pedimos que nos enseñen a cocinar algún plato típico. Creemos que así compartimos aún más la experiencia de viajar y conocer a la gente».

Contratiempos

De momento, no han tenido ningún contratiempo serio. Al comienzo del viaje, la furgoneta sufrió una avería que, gracias a la experiencia de los mecánicos del desierto, se solventó enseguida. Se averió un tubo que alimenta de gasoil a los inyectores. Le puso un poco de vaselina en la junta y una brida, y hasta ahora. «Estoy sorprendido por lo bien que nos acogen en las entradas de los países. Nunca había sido tan fácil entrar por una frontera. Las sonrisas de Ulises y Hermes ablandan a los policías de frontera, que terminan saludando y haciéndose fotos con ellos». A partir de ahora es cuando empieza de verdad su viaje. Comienza la Rutas de la Seda. «Llegan los países que une esta ruta y algunos de ellos ya nos son tan fáciles de recorrer, países como Armenia, Azerbaiyán, Uzbekistán, Kazakstán, Irá, y Mongolia. Ahí la cultura es totalmente diferente a la nuestra, eso sin contar lo complicado de la lengua».

Hasta la fecha han aprendido, entre otras cosas, a tener paciencia y tolerancia, «ya que, en ocasiones, las situaciones y el intento de abusar económicamente por el hecho de ser extranjeros en algunos países es terrible. Quieren cobrarte más del doble y en eso hemos tenido que ser tajantes y plantar cara, ya que nuestro presupuesto es limitado (900 euros al mes». El viaje continúa.