De izquierda a derecha, Juanjo Campos, Toni Estarellas y Manolo Marqués, esta semana en Can Pastilla. Su amistad de decenas de años se ha visto acrecentada por su afición al surf. | Jaume Morey

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Hasta los años 80 el surf en Mallorca fue inexistente, y eso que en otras partes de España ya había practicantes desde veinte años antes. El porqué de este retraso es una incógnita y aunque había ya una buena cantidad de windsurfistas, a ninguno se le ocurrió, o se atrevió, o simplemente le apeteció quitar la vela de su tabla para subirse encima de ella y ‘cabalgar’ sobre las olas como mostraban algunas películas y documentales, sobre todo rodados en Hawaii y California al ritmo de los Beach Boys.

«Muchas veces el viento fallaba y nos metíamos a hacer surf con las tablas de windsurf. Era aproximadamente sobre el año 1983. No estábamos muy seguros de que se pudiera hacer, pero lo pasábamos bien y poco a poco lo hacíamos mejor, hasta que nos dimos cuenta de que sí se podía hacer surf en Mallorca», comenta Manolo Marqués, que ha dedicado gran parte de su vida profesional a la fabricación de tablas de surf, windsurf y kite y que en la actualidad trabaja como acuarista en el Aquarium de Palma. «Pero quien primero se decidió a comprar una tabla de surf fue Juanjo Campos, que veraneaba en Cala Ratjada. Veía que había olas frecuentemente con mar de fondo y sin viento. Después nosotros nos compramos una. Debía de ser por el año 85-86», recuerda Manolo.

Juanjo Campos, en una espectacular imagen tomada en los años 80 en Cala Mesquida. Abajo, otra imagen de Campos en 1987.

El resto de compañeros de windsurf les miraban al principio como bichos raros. «Creo que a cualquier persona que hace algo nuevo y poco convencional se le clasifica rápidamente como ‘bicho raro’. Más de una vez la gente se creía que nos ahogábamos... y había expectación en la playa». Pero Manolo también destaca la otra parte de la historia. «También hemos salvado a mucha gente de morir ahogados los días de olas en verano en Cala Agulla y Cala Mesquida, porque estamos hablando de que en aquella época no había socorristas en las playas».

Fabricación

Parecería que uno de los mayores cambios se han producido en los materiales, pero no fue así hasta hace poco. «Se han usado resinas de poliéster, fibra de vidrio y corcho de poliuretano. Desde hace unos años ya se usan resinas con fibras de mejor calidad y foams (corchos) mucho más ligeros que casi no chupan agua, y el resultado son tablas más ligeras y rápidas, sobre todo después de los giros».

Manolo y Toni Estarellas en los años 80.

‘Juerguistas’ y ‘ligones’ son dos de los apelativos que desde fuera se atribuyen a los surferos. «Qué va, nosotros estábamos más interesados en las olas que en las chicas. Lo mejor de surfear es la emoción de los preparativos. Luego estar en el mar, esperar la ola y a la vez compartir ese momento tan especial con tus amigos», explica Toni Estarellas, amigo de la infancia de Manolo y que procede de una familia con una gran tradición marinera. De hecho, junto a su padre, Xisco Estarellas, dio la vuelta a mundo a vela a bordo del velero Sirah, entre 1997 y 1999. «Tuve la oportunidad de surfear en muchos lugares increíbles, pero extrañamente no lo hice en Australia y la explicación fue el miedo no sólo a los tiburones, sino a otras especies muy peligrosas como algunas de las medusas que hay ahí». Toni sí que ha surfeado en lugares como Maldivas y Juanjo ha recorrido medio mundo buscando olas: Costa Rica, Canarias, Indonesia, Marruecos, Australia, California... pero donde más disfruta es en una playa con poca o ninguna gente, algo cada vez más difícil de encontrar, aunque Toni asegura que en Galicia y en pleno agosto se puede lograr.

En cuanto a Manolo, le queda por conocer Tahití. «Ahí lo compaginaría con la apnea y la fotografía. Eso sí, no haría windsurf porque lo dejé hace 20 años por un accidente de moto. Pero el surf no. El surf no lo dejaré mientras pueda».

Con unos amigos preparándose para una jornada en la playa en la zona de Cala Agulla, donde suele haber algunas de las mejores olas.

Una actividad milenaria nacida en Polinesia

El origen del surf tiene lugar en Polinesia occidental hace unos tres mil años. Los primeros surfistas eran pescadores, que descubrieron que utilizar una tabla de madera para coger las olas era un método muy eficiente para volver a la orilla con su presa. Sin embargo, los primeros testimonios directos datan de hace menos de 250 años, a través de James Cook tras desembarcar en las Islas Sándwich (Hawaii) en 1776. Cook observó que los nativos vivían y estaban obsesionados con la práctica de este deporte sobre las olas.