Jaume Santandreu cerró por última vez el local, que deja con pesar, pero con la conciencia tranquila por el trabajo bien hecho. | Click

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Jaume Santandreu entregó este lunes las llaves de Marginalia. De lo contrario hubiera tenido que pagar a la propiedad de la nave una penalización de 6.000 euros. Y lo hizo con pesar, pero con la satisfacción de haber cumplido, hasta donde ha podido, con el doble objetivo que se habían marcado al abrirlo. Uno, el más importante: dar trabajo al marginado que vive en Can Gazà y, al mismo tiempo, hacerle sentir que la comida se la gana a costa de su esfuerzo, que no se la regala nadie. Y otro, a través de ese gran mercado que había en el interior de la nave, donde se vendían muebles, elementos decorativos, ropa, zapatos, libros, cintas de vídeo, etc. –todo regalado por la gente-, obtener algunos dineros con los que contribuir al sostén del refugio Can Gazà, donde seguirán viviendo, procurando que las entradas de dinero que puedan tener sean superiores a los gastos. Jaume Santandreu, quien antes de echar el cerrojazo se había estado paseando por el interior de la nave, nos dijo: «No hay como un entierro para saber cuánta gente te quiere. Lo digo porque nunca hubiéramos imaginado que fueran tantos los amigos que tuvo Marginalia, muchos de los cuales, antes de cerrar, han pasado por aquí para despedirse, algunos de ellos llorando… Y con esto me quedo. Con lo que la gente ha querido este lugar». Después de este adiós, la vida seguirá en Can Gazà.

Olvidos

La otra tarde, cuando salimos del diario, reparamos en que casi junto al semáforo que hay frente al edificio de la Policía Nacional sigue estando el cartel que anuncia que con motivo de la Palma Maratón Mallorca, «esta vía sufrirá restricciones en cuanto a tráfico entre las 7 y las 14 horas». Pasa que esta maratón se celebró el pasado 10 de octubre. Por tanto, al encargado de recoger estos carteles seguramente a la hora de hacer recuento de ellos, le habrá faltado alguno. Pues bien, uno de ellos sigue ahí, donde lo pusieron. Y otra cosita más. Ahora que se está hablando de que han de cerrar tres gasolineras de Palma, a escasos metros de una de ellas, concretamente la que está casi a final de Avenidas en dirección al mar, hay una fuente con una pequeña zona ajardinada a su alrededor. Pues bien, desde hace tiempo, dicha fuente está rota. No la fuente en sí, sino el murete que la rodea, el cual, como decimos completamente roto, ha quedado esparcido sobre lo que fue jardincito, desluciendo todo el conjunto. Pues hay que arreglarlo, ¿no? ¿O acaso esperan al cierre de la gasolinera y ver lo que se hace con el solar que ocupa, pegadito al de la fuente…? Porque hace tiempo que cerraron la pequeña gasolinera de Sant Miquel y aún sigue ahí lo que queda de ella –un estorbo–, además de las dos tapas de hierro de los depósitos en la acera, con los que la gente suele tropezar.

¿Un ovni?

María José Jiménez –foto de la derecha– trabaja en la cocina del Hospital Son Llàtzer. En la noche del pasado 17 de noviembre estaba en su casa de s’ Arenal, sita a tres calles de la playa, cuando a las 20.50 horas un ruido parecido al que produce un avión la obligó a salir a su terraza, a ver qué pasaba. Frente a ella divisó una luz, del tamaño de una manzana, acompañada de un sonido cada vez más ensordecedor. «La luz estaba por debajo de las nubes y el ruido era cada vez mayor… Un ruido que, según pude averiguar luego, fue escuchado por gente de la zona donde vivo y, según me contaron a la mañana siguiente, cuando fui a trabajar, también se oyó desde el hospital. Pero lo curioso del caso es que, de pronto, apareció otra luz, semejante a la anterior… Entonces el ruido se hizo más intenso… las dos luces estaban una frente a la otra, como si fueran a enfrentarse, mientras que mi perro no paraba de ladrar, nervioso y asustado. Pensé en grabar lo que estaba viendo, pero tuve miedo… De pronto, la primera luz se apagó y el ruido decreció. Un segundo después, la otra luz se apagó, se volvió a encender y se apagó de nuevo, cesando también el ruido… Mi pareja me dijo que a lo mejor pudo ser un dron, pero, ¡qué va! Un dron no hace tanto ruido… ¡Pero si parecía un reactor! Y la luz tampoco era de un dron. Yo tengo muy claro que fue un avistamiento, algo extraño… ¡Qué se yo! Un ovni. Y, ya digo, lo vio otra gente y mucha más lo escuchó».

Invierno difícil

Toni Bauzá estaba preocupado, «pues nos tememos que va a ser un invierno muy duro. Por una parte, vendrán los de siempre, a los que se unirán los trabajadores en precario, con bajos sueldos, los trabajadores de temporada corta debido a que comenzó más tarde que otros años, los que logran alcanzar una ayuda mínima –480 euros al mes–, pero que a causa del coste de la vida, el precio del alquiler y la factura de la luz, no da para vivir… Y, encima, a ver qué pasa con las restricciones que por la COVID están entrando en vigor

¿Podrán soportarlas todos…? Por eso pensamos que pasarán por el comedor más personas que en el invierno pasado. A ello suma que a nosotros, como asociación, –y como a todo el mundo–, nos han subido los impuestos, la luz, el agua, el alquiler, la gasolina… lo cual nos deja en una situación bastante difícil, pues las ayudas que recibimos son prácticamente las mismas que el año pasado. Por todo eso, pienso que vienen momentos muy difíciles, que a ver cómo los afrontamos. ¿Solución? Pues una muy simple, que cada persona que pudiera…. ¿Cuántas pueden ser en Mallorca, cien mil…? Pues si esas personas aportaran un euro cada mes, el problema estaría resuelto. ¡Un euro al mes! ¿Que cómo lo pueden hacer? Sencillamente, a través de @Teaming. Entrando en nuestro grupo, https://www.teaming.net/centrodediaycomedorsocialtardor y una vez en él, seguir las instrucciones que te llevará a cómo poder hacerlo. ¡Ah! y solo se tiene que hacer una vez. Pues eso, con un euro mensual, nos conformamos, porque entre todos se puede lograr».