Las alumnas siguen las recomendaciones de su maestra durante una de las clases celebrada esta semana en Artà. | Pere Bergas

TW
0

Si no fuese por la transmisión oral y el entusiasmo de los artesanos, cuántas serían las técnicas tradicionales que desaparecerían. Desde hace casi una década, la maestra artesana de la llatra Aina Pistola (1946, Artà) imparte clases y talleres en Manacor, Maria de la Salut, Son Servera, Portocristo, Artà, y hasta en el hotel Es Racó d’Artà; ya cuenta con un alumnado de 73 personas, compuesto por mujeres y hombres de todas las edades.

«Estoy encantada con las clases, me encanta compartir y verlas contentas; me gustaría que las alumnas aprendiesen todo lo que sé. También aprendo mucho de ellas. Esto se está perdiendo, y más que se perderá: una hipoteca no puede pagarse haciendo senalles», afirma la artesana, mientras trenza manojos de brins con agilidad y destreza. «En casa éramos mi madre y tres hermanos, no teníamos dinero. Al salir de la escuela, incluso allí, nos poníamos a trabajar. Recuerdo que, por 15 metros de llatra, me pagaban siete pesetas; hacía siete tiras y eran 49 pesetas, con lo que podíamos pasar la semana», recuerda Aina.

Las alumnas están encantadas con su maestra y todas coinciden en que el proceso les relaja y traslada a su infancia. «Cuando era pequeña, al salir de clase ayudaba a mi madre. Yo hacía la llatra y ella cosía; me apunté a clase para aprender a coser», afirma Margalida Ferrer. En eso coincide con Margalida Espinosa: «Mi abuela me dejaba pegar un par de puntos, pero le desbarataba el trabajo».

Toda una vida dedicada al arte permite que Aina pueda tomarse ciertas licencias creativas. «Si hiciese siempre la misma senalleta no la vendería. Mayormente trabajo por encargo, hago lo que me piden. Se puede innovar con los modelos, colores... Intento crear objetos únicos, diferentes», dice Pistola, capaz de crear toda clase de útiles; cunas, carros de la compra, tumbonas, árboles de Navidad, pajaritas o bolsos de todos los estilos, que podrían lucirse en cualquier pasarela de moda.

El proceso no es sencillo. Primero, en julio, se recogen las hojas del garballó, la única palmera autóctona de Balears y que abunda en las montañas de Llevant. Las hojas se arrancan de cuajo, para favorecer el crecimiento de la planta. Después se dejan secar al sol durante 21 días, dándoles la vuelta cada semana. A continuación, se azufran para emblanquecerlas y darles flexibilidad. Con las palmas preparadas, se deben embrinar, es decir, separar las hojas con la ayuda de un pequeño cuchillo. Los brins deben ser iguales para que la pieza final sea regular. Acto seguido se trenzan los brins, siempre húmedos, y así se obtiene la llatra. Las tiras de llatra se cosen para elaborar toda clase de útiles.