Juan Cabrera, Catalina Cirer, Gabriel Torrens y Tomás Monserrat, miembros de la tertulia semanal que emite Es Radio.

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El pasado fin de semana, Juan Cabrera, en su restaurante de es Molí des Comte, nos invitó a almorzar de calçots. Asistimos al almuerzo Gabriel Torrens, director de Es Radio, Catalina Cirer y Tomás Monserrat, miembros de una de las tertulias que dicha emisora organiza semanalmente, y quien suscribe.

Del rojo al azul

El almuerzo tuvo lugar en la terraza, bajo los árboles. En torno a la mesa nos sentamos sobre las dos y media de la tarde, levantándonos de ella pasadas las cinco y media. Tres horitas que dieron para mucho. Sí, porque se habló, sobre todo, de la actualidad, y del almuerzo al que asistieron, entre otros, la presidenta del PP, Marga Prohens, y José María Rodríguez, exmiembro del citado partido, a los que alguien hizo una foto, de la que la prensa se hizo eco y… ¡Pues que se lió parda! Catalina no quiso opinar al respecto, «ya que no asistí», se excusó... Excusa    comprensible.

También se habló del estilo de la presidenta en sus apariciones, antes, casi siempre, de rojo –el color del rival–, y hoy sin apenas rojo. Alguien de los allí presentes dijo que el cambio de imagen, del rojo al azul o al claro, era porque le habían puesto un asesor de imagen, lo cual nos parece bien.

El menú

Pues que llegó el momento en que aparecieron los calçots, servidos por el maitre, Román, en tejas, a razón de ocho o nueve en cada una de ella. Tomás pasó del plato, «no porque no me gusten, sino porque, conociendo a Juan, si me los como, no como de lo que vendrá a continuación, lo    cual, como veréis, no será poco».

Catalina, asesorada por Juan, se comió su razón de calçots. Primero aprendió a sacarlos de la funda y a continuación a metérselo en la boca, lo cual, para un primerizo, no es fácil, primero porque te pringas los dedos, segundo porque no siempre aciertas a extraer el calçot de su funda, y tercero porque, debido a su longitud –más o menos algo más que un espárrago de palmo, o palmo y medio–, tampoco es sencillo metértelo en la boca a la primera. Pero como es cuestión de intentarlo, y Catalina, siempre asesorada por Juan, lo intentó, a partir del tercero ya no tuvo problemas… Pues que Tomás tenía razón, pues tras los calçots con salsa de romesco llegaron las butifarres amb mongetes seques, tras estas, las costillas de lechal con patatas, y como postre, o arroz con leche con helado, o crema catalana. Banquetazo, ¿no? Por cierto, Catalina se interesó por cómo hacía las patatas fritas, tan ricas y con un toquecito de sal. Juan le reveló el secreto, «…y si las haces como te digo, te saldrán como estas».

Volviendo de vez en cuando al tema político, en lo que todos estuvimos de acuerdo es en que son más beligerantes la coalición socialista-podemista-nacionalista que la derecha y extrema de derecha, «por lo que si no os espabiláis, y no salís más a la calle, para que la gente vea que estáis ahí –dijo Juan–, Francina repetirá por cuatro años más, el Consell, también en coalición, por otros cuatro años, y el Ajuntament …. Bueno, ahí pienso que podéis ganar. Pero, ya digo: que os dejéis de las redes sociales, que no todos vuestros votantes las entienden, y que se os vea más».

Además de política, hablamos de otras cosas. Por ejemplo, de que Catalina ha dispuesto para el día de su muerte, durante el funeral, que suene, al órgano, el himno del Mallorca. «Porque yo seré mallorquinista hasta después de muerta». Y también nos habló del día que los entonces Príncipes de Asturias visitaron Palma, siendo ella la alcaldesa. «La noche anterior se había dado la noticia de que iban a ser padres… Habrá que hacerle un regalo a su heredero o heredera, ¿no?, me dije… Nos decidimos por una ropita de niña, que fue a buscar la mujer de Pau Mateu… ¡Y acertó! Tanto que todas las crónicas destacaron el regalo que les hacía el Ajuntament de Palma. ¡Ah!, y fue el primer regalo que recibió Leonor, eh…».

Se llevó las alarmas puestas

Luego hablamos del vestido que lució durante aquella visita de los Príncipes. Un tres piezas colorido. «¿Sabes, Catalina –le decimos–, te voy a revelar algo que guardo desde aquel día… Una señora que estaba a mi lado, al verte comentó que parecía como si te lo hubieras hecho con la cortina del comedor de tu casa». Catalina se ríe… «¡Qué va, qué va! Me lo compré, muy deprisa, la tarde anterior en una tienda del Pas den Quint, Casa Apolonia. De ahí me fui a Cort y lo dejé en el baño que tenía en mi despacho. A la mañana siguiente, muy temprano llegué al Ajuntament, me lo pongo… ¿Y qué dirás que veo…? ¡Pues que cada pieza llevaba puesta la alarma! ¡Ay Deu meu…! ¿Qué hago…? Viene uno de mantenimiento, con unas tenazas y me las quitó. Yo pensaba que las alarmas dejarían huella…¡Qué se yo…! Un agujero… Pero no, lo hizo muy bien, y pude lucirlo como si nada».

Ya, en los postres, no recuerdo quién –tal vez Gabriel Torrens–, le preguntó si iba en alguna lista del PP, y Catalina respondió que –y pensamos que lo dijo con sinceridad–, «yo no tengo ninguna noticia de esto. Cuando salgan las listas, ya hablaremos». Seguramente con la intención de tirarle de la lengua, alguien señaló, «parece ser que el PP busca una renovación total, introduciendo gente nueva». Tampoco dijo nada. «No tengo noticias». Pues visto lo visto, ya ni le preguntamos sobre algo que está circulando por ahí, que si el PP necesita de Vox para gobernar, ‘el General’ –así es como llaman a Fulgencio Coll de San Simón–, será el alcalde de Palma… Sobre las seis de la tarde llegamos a casa. Cambiamos la ropa por el chándal y nos fuimos a correr-caminar hasta las ocho. Cenamos de ensalada y una naranja.