Algunas personas que tienen problemas para conciliar el sueño suelen recurrir al móvil. | Freepik

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Dormir mal puede provocar un ictus. Así de claro lo pone de manifiesto el especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, en base a diferentes estudios que se han publicado sobre este asunto. En este sentido, ha precisado que «un elevado porcentaje de pacientes que han sufrido un ictus presentan trastornos del sueño, ya sea en forma de hipersomnia, insomnio, parasomnias trastornos del ritmo circadiano, movimientos periódicos de las piernas y/o alteraciones respiratorias durante el sueño». Además, ha añadido que «algunos estudios han sugerido que la somnolencia diurna y un sueño prolongado pueden ser un factor de riesgo independiente para sufrir un ictus. También se ha sugerido que la presencia de trastornos del sueño en pacientes con ictus se ha relacionado con un peor pronóstico evolutivo y aumento de la mortalidad».

March ha precisado que «la hipersomnia se define como un aumento de la somnolencia diurna y/o un incremento de las necesidades diarias de sueño. La prevalencia de ésta en pacientes con ictus varía desde el 1,1 % al 27 %. El caso de hipersomnia más severa secundaria se produce tras el infarto talámico paramedial. Los pacientes suelen presentar un estado de estupor brusco, pero con respuesta normal a estímulos, asociado a un déficit de atención y memoria. La hipersomnia puede ir mejorando en los 12 meses posteriores al infarto, aunque los déficits cognitivos pueden persistir». En este punto, ha explicado que «los ictus también pueden reproducir entidades propias de las hipersomnias de origen central, como son la narcolepsia con cataplejía y el síndrome de Kleine-Levien (hipersomnia con hiperfatiga)».

El especialista en Salud Pública ha avisado que «dormir poco o demasiado, roncar, resoplar al dormir o la apnea del sueño incrementan los riesgos de sufrir un derrame cerebral». Según algunos estudios, «quienes dormían menos de cinco horas al día de media tenían tres veces más probabilidades de sufrir un ictus que los que dormían siete».

Pese a todos estos datos, March ha querido dejar claro que «un mal sueño, roncar o sufrir apneas del sueño no significa que necesariamente se va a tener un ictus». Por ello, insta a las personas que padecen insomnio a acudir a un especialista para que pueda evaluar si realmente puede aumentar el riesgo de sufrir un ictus y, en el caso de ser así, «aplicar los tratamientos farmacológicos o no farmacológicos adecuados en cada caso».

Récord de tiempo sin dormir

«Muchas veces se piensa que cuando dormimos, el cerebro está en reposo y ya está. Pero no es así. El cerebro desarrolla muchas funciones vitales en ese tiempo, y si no dormimos, morimos. El récord sin dormir son solo 11 días y hay un tipo de insomnio, llamado insomnio familiar, que tiene una esperanza media de vida de 18 meses. Dormir es vital, no solo por los ictus; un mal sueño también incrementa el riesgo de hipertensión, de tener accidentes, diabetes, obesidad, cáncer, demencia a largo plazo o depresión», ha declarado.

Dormir demasiado tampoco es bueno. El citado experto ha manifestado que «puede producirse porque hay alguna enfermedad subyacente, pero también puede estar causado porque la persona en cuestión no tiene retos fisiológicos». Las siestas largas, de más de una hora, no son positivas, ya que los que las practican tiene un 88 % más posibilidades de sufrir un ictus que las que no. «En algunos casos, como sucede con las siestas muy largas o no planificadas, se pueden deber a que la persona está tomando sedantes por otros trastornos», ha concluido.