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La pretensión de los dirigentes de Vox de Balears al poner como condición su entrada en el Govern para apoyar la investidura de Marga Prohens, como candidata del Partido Popular, pone a prueba la determinación de ésta para cumplir con uno de sus compromisos más reiterados durante toda la campaña: ejercer el gobierno en solitario. Los resultados del 28-M obtenidos por los conservadores avalan su tesis al quedar a sólo cuatro escaños de la mayoría absoluta en el Parlament –con el apoyo de sa Unió de Formentera–, el avance electoral resulta incuestionable frente al obtenido por Vox, que obtuvo ocho escaños. Esta fue la decisión de los electores de las Islas y de la que Vox quiere hacer una lectura interesada.

La necesaria abstención.

Marga Prohens y su equipo pone en juego su credibilidad en esta negociación con Vox, formación que ahora parece estar sólo preocupada en ocupar parcelas de poder institucional. El desalojo de las fuerzas progresistas requiere de la abstención de los diputados de Vox en el Parlament, un gesto que puede suponer determinadas concesiones de rango menor, pero sin alcanzar la desproporción que significaría entrar a formar parte del futuro Consell de Govern. El peso de la representación de Vox en la Cámara autonómica balear no es, ni por asomo, comparable a la de la Comunitat Valenciana; una circunstancia que no pueden obviar Jorge Campos y su gente.

Firmeza en el PP.

El PP balear goza, al menos por el momento, de la autonomía suficiente para gestionar el pacto de investidura con Vox. De su resultado dependen también importantes conclusiones de cara al futuro en clave estatal, la coincidencia en la estrategia de Marga Prohens y Alberto Núñez Feijóo guarda similitudes en esta cuestión. Gobernar en minoría es posible, y necesario incluso cuando los hipotéticos aliados exigen compromisos difícilmente aceptables.