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El gobierno insular que preside desde ayer Llorenç Galmés, del Partido Popular, contará con un vicepresidente, Pedro Bestard, y un responsable del área económica adscritos a Vox; un reparto fruto de la alianza firmada por ambos partidos para cogestionar una institución de enorme relevancia en el entramado político y administrativo de la Comunitat Autònoma. Las competencias asumidas por el Consell de Mallorca le otorgan un papel protagonista en cuestiones tan sensibles como la promoción turística, movilidad y red viaria, disciplina urbanística en suelo rústico o las políticas culturales. Cuestiones a las que se les añaden la gestión de residuos o la revisión de vehículos.

Políticas trascendentales.
Galmés tiene por delante la complicada papeleta de encabezar un equipo que no es monocolor, como sucede en el Ajuntament de Palma o el Govern. El nuevo presidente del Consell encarna la materialización del pacto del PP y Vox en las Islas, circunstancia que supondrá un sobreesfuerzo político considerable si se quiere mantener la estabilidad institucional y no ser un foco contínuo de desavenencias entre los socios. El notable peso competencial del Consell obliga a acelerar los acuerdos programáticos alcanzados, en especial aquellos que tienen un impacto directo en los ciudadanos; resolver el colapso circulatorio de las principales vías es quizá uno de los asuntos más urgentes.

La sombra de las menores tuteladas.
Con todo, una de las asignaturas pendientes del Consell es, sin duda, todo lo relacionado con el escándalo de las menores tuteladas por el Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS). Un tema tan delicado como complejo pero que requiere ser aclarado hasta sus últimas consecuencias, además de adoptar medidas que resuelvan la situación. Con Llorenç Galmés, la institución hace un punto y aparte radical y con el que los ciudadanos quedan a la espera de los resultados.