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El caso del profesor del colegio Montesión de Palma despedido por conductas «inapropiadas» con alumnas «y una persona adulta», desvelado en exclusiva por este periódico, ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad imperiosa de que los centros docentes -tal y como ha ocurrido en este caso- apliquen una política de tolerancia cero en cuanto se confirman las acusaciones de acoso sexual contra los maestros. Debe tratarse de un proceso justo, paralelo al policial y judicial, pero en pleno siglo XXI es intolerable algunas conductas que, si bien no constituyen un delito penal que conlleve una detención, sí son inaceptables y muy censurables.

Entorno seguro.
El propio colegio Montesión, y otros muchos, tienen un protocolo de «entorno seguro» que está vigente desde hace tres años y que garantiza la protección de las personas menores y vulnerables a través de acciones de sensibilización, prevención e intervención ante casos de acoso o conductas inapropiadas. Llegados a este punto, también es de justicia recalcar que se trata de casos muy puntuales en un colectivo como el docente, que casi en su totalidad demuestra una profesionalidad y unos valores inquebrantables. Precisamente por esa responsabilidad acreditada es necesario cortar de raíz cualquier comportamiento irregular en los centros docentes.

También el acoso escolar.
Este mismo protocolo ya se aplica con las denuncias relacionadas con el acoso escolar, tan habituales en nuestros días y que ocasionan un daño a veces irreparable en los menores afectados y también en sus familias, que viven un calvario al ver sufrir a sus hijos. Conseguir que los colegios e institutos sean lugares idílicos, al margen de conductas reprochables, es quizás una utopía, pero en cambio los protocolos y la prevención pueden ser claves para que este triste fenómeno sea cada vez menos frecuente. Tolerancia cero, pues, con el acoso.