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Esta misma semana Mallorca ha vuelto a sufrir las consecuencias de una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), que antes se conocía como gota fría. La diferencia, con todo, es que con el cambio climático y sus consecuencias este tipo de fenómenos meteorológicos adversos son cada vez más frecuentes en el Mediterráneo y azotarán con mayor frecuencia las Islas. Así pues, se plantean retos serios en cuanto a la logística de las instituciones (y sus equipos de emergencias) y su capacidad de reacción ante estas tormentas tan virulentas. De igual manera, una completa información meteorológica conocida con antelación por los servicios de urgencias puede ser clave para una correcta respuesta.

El irreversible cambio climático.

«La Humanidad ha abierto las puertas del infierno», anunciaba días atrás con tono catastrófico el secretario general de Naciones, António Guterres, mientras la ONU advertía del «futuro horrendo climático» pese a los objetivos, casi desesperados, de la Agenda 2030 y el Acuerdo del clima de París. Ya no es el momento de discutir sobre la llegada del cambio climático, porque ese día ya ha llegado, y en Mallorca las consecuencias se empezarán a notar con tormentas más frecuentes e intensas, capaces de descargar grandes cantidades de agua en poco tiempo, como ocurrió el miércoles.

Evitar otro Sant Llorenç.

La limpieza de los torrentes es otro de los factores a tener en cuenta para garantizar la seguridad de determinadas poblaciones y las autoridades deben realizar todos los esfuerzos necesarios para evitar tragedias como la de Sant Llorenç, cuando una torrentada se cobró la vida de trece personas en uno de los peores desastres naturales que se recuerdan. La coordinación entre los distintos equipos de emergencias (policías locales, bomberos, Guardia Civil y el 112) debe actualizarse porque nos encontramos ante un panorama poco esperanzador: las tempestades serán cada vez más frecuentes.