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El 5% del mercado inmobiliario mallorquín son pisos que se venden con okupas en el interior. Podría parecer una cifra pequeña, pero hay otro dato más inquietante: la mitad de los inmuebles que se ofertan en portales vinculados a entidades financieras también tienen intrusos. Es una realidad que tiende a incrementarse año tras año y que pone de manifiesto que muchos propietarios víctimas de okupaciones ya no quieren esperar los largos plazos de la Justicia para desalojar al inquilino no deseado y prefieren perder importantes cantidades de dinero (algunos pisos okupados se venden con un 75% de descuento) con tal que rentabilizar una vivienda que en esas circunstancias solo les acarrea dolores de cabeza y problemas. Asimismo, se está detectando otra tendencia: cada vez son más los particulares que se arriesgan a comprar una casa okupada, porque los precios del mercado inmobiliario convencial se han disparado hasta límites nunca visto.

En busca de negocio.

En la misma información también damos cuenta del surrealista caso de un joven okupa que se ha convertido en solo tres años en inversor inmobiliario, precisamente porque ese mercado ofrece amplios márgenes de beneficio. Es, sin duda, una historia un tanto kafkiana, que ilustra a la perfección los disparates que se está viviendo en los últimos años en el sector, al que hay que sumar alquileres desorbitados a los que los más vulnerables y la mayoría de jóvenes no pueden acceder.

Regular el sector.

Ante estas perspectivas, urge una regulación más seria del sector que ayer también fue noticia por un suceso en Son Gotleu: una mujer que tenía su casa alquilada y al parecer no cobraba las mensualidades pactadas decidió quemar el piso. Acabó detenida y sus inquilinos en la calle. En esa barriada las okupaciones son un problema de primer orden.