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Se quejan algunos restauradores que han podido contratar a todo el personal que necesitaban, especialmente camareros y auxiliares de cocina. Quién lo iba a decir en un año chungo. Está claro que muchos empresarios necesitan gente preparada y decentemente remunerada, que esto se les olvida. Mira la patronal, que está que trina con el aumento del salario mínimo. Más escuelas de restauración, más formación profesional, más ofertas de enseñanza y prácticas para actividades emergentes con demanda garantizada. Es lo que pasa aquí, que hay empresas que no encuentran gente capacitada para actividades como la instalación de paneles solares. Tienen que contratar fuera.

En Canarias, mitad sur peninsular y Baleares se prevé una avalancha de peticiones para fotovoltaicas de parques y autoconsumo por el inmisericorde, usurero y nunca bien justificada subida del precio de la luz. Es la batalla económica de otoño, que en lo político es la desvergüenza pepera de no renovar los órganos de los jueces.

Los particulares quieren ahorrarse con sol la mitad de la factura y los inversores quieren aprovechar sol y subvenciones para un negocio presente y de recorrido por la transición energética. Ya hay en estas islas unas tres mil instalaciones, que han recibido del Govern más de once millones de euros. Faltan profesionales y sobran remilgos para afrontar la revolución de energías limpias que acaben con los monopolios de centrales de gas, nucleares y la perversión de alguna hidroeléctrica. Se resisten a morir con zarpazos en forma de precios. La pregunta es a quién se quieren llevar por delante.