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La más redondeada de esa familia cuyo renombre quizás llevaría al mismísimo Warhol a considerar de nuevo su teoría del derecho a la fama, Kim Kardashian, está nuevamente en el candelero y en esta ocasión por mala, muy mala. Del montaje que resulta de una mujer como ella uno espera pues yo que sé, mentirijillas, cotilleos, pequeñas maldades, envidiosos zarpazos, pero no delitos muy punibles.

Vamos a ver, situémonos. Kim Kardashian se dirige a sus más de doscientos millones de seguidores, mediando una pregunta y una recomendación: «Estáis en el cripto? Esto no es un consejo financiero, sino compartir lo que mis amigos acaban de decirme sobre la moneda ethereum max». Claro, la primera reacción puede ser de sorpresa al recibir semejante sugerencia de la estrella del reality show. Pero, claro está, después se sopesa su influencia social –que por eso mismo es una influencer– y se tiene en cuenta el alcance que pueden llegar a tener sus recomendaciones. La gente pica, pero, para su desgracia, Kim ha llevado a los suyos al fracaso en el mundo del dinero virtual, ya que la moneda ethereum max ha perdido en siete meses un 97 % de su valor.

En resumidas cuentas, se ha promocionado una estafa a base de informaciones falsas por parte de un extraño grupo de creadores de criptomedas, apoyándose en la atracción que podían ejercer la Kardashian y unas cuantas celebridades más. Y todo ha sido a mayor gloria de una especulación que lleva a estafadores a pagar a los influencers de las redes a fin de comercializar lo que sea; y en este ‘lo que sea’, cabría incluir monedas que nunca existieron. Kim, te has vuelto muy mala.