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Si tuviéramos que reducir a una sola palabra el estado de ánimo del ciudadano que está sobreviviendo a los últimos diez años de este siglo, no valdría la pena ni abrir una discusión: acojono. Amenazas y los peores augurios se ciernen sobre unas sociedades cuyo miedo al miedo las ha hecho ya derivar hacia una muy cualificada paranoia. No existe un solo elemento terrestre, celeste o humano que no parezca conjurado en el empeño de ponernos las cosas difíciles. Y para acabarla de joder, me da por hojear un libro, La revancha de los poderosos, de Moisés Naím, cuyo explícito título ya es de los que te tuercen el ombligo.

A juicio del conocido economista, un nuevo enemigo amenaza la prosperidad de las sociedades democráticas y lo hace de una forma maligna que corroe los mismos principios libres que la sustentan. Nuevos líderes que combinan populismo, polarización y posverdad, los autócratas 3P. Resulta que esta gente, mala gente, ha aprendido a utilizar en su favor y en contra del ciudadano las migraciones, la inseguridad económica de la clase media, la política identitaria, la globalización, las redes sociales, la inteligencia artificial, etc.

La táctica a seguir, siempre según el autor, ha sido sencilla: han comprendido el declive del poder tradicional, haciéndose fuertes en unas estrategias similares, populismo, polarización y posverdad. Qué quieren que les diga. Gentuza de la ralea –me ha salido la vena barojiana– de Trump, Putin, Duterte o Bolsonaro, entre tantos, siempre la ha habido y presumiblemente la habrá. Ocurre que antes les conocíamos como hijos de puta, y estábamos mejor dispuestos para hacerles frente.