El vecindario de Santa Catalina está que trina por el ruido. El de Platja de Palma anda en las mismas y los de cualquier edificio de la ciudad con un bar de copas adosado o en las cercanías. Por muchas regulaciones que se prueben, al final, la juerga nocturna es incompatible con que la gente pueda dormir tranquila en su casa. No es una característica única de Palma, pasa en cualquier barrio español de moda. Los locales proliferan, la gente entra, sale, grita y fuma. Los vecinos se desesperan, las administraciones cobran tasas de terrazas y licencias y hasta que entra en boga otro lado de la ciudad y el problema se traslada no hay solución posible. La anomalía es un mal endémico español y relativamente reciente. Es un fenómeno con menos de medio siglo de vida.
Domicilios violados
Palma29/05/22 3:59
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