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Ojeando las revistas de un kiosco, me ha venido a la memoria el magazín Destino. Una verdadera joya del periodismo español, de la que fui asiduo lector durante unos diez años. Ya no se edita. Lo coleccioné, calculo que desde 1965 a 1975. Mas perdí la colección. No me quedó ni un solo ejemplar de recuerdo. Tuve que consolarme con el estoico «se pierden barcos…». Aunque mis Destino no se hundieron en el mar. Su zozobra fue en tierra firme, con otros papeles y libros, en un traslado de vivienda. Me enseñó mucho. Debo confesar que en aquella época no sabía lo que hoy sé respecto de la historia e ideología de sus fundadores. Pues si la hubiera sabido seguro que no hubiera optado por su lectura. Era una revista de falangistas catalanes. No saberlo entonces hizo que no me la perdiera; lo que, hubiera sido una lástima, aunque yo no lo hubiera sabido.

Destino nació en Burgos para ser el órgano de expresión de la intelectualidad catalana refugiada en la zona nacional, que se trasladó a Barcelona al terminar la guerra. El rótulo de la cabecera venía de la definición de patria de José Antonio Primo de Rivera: «una unidad de destino …», quien, a su vez, la había adoptado de Ortega. Fue un semanario que, sin embargo, pese a quien pese, llegó a ser, en su segunda época, de Barcelona, una de las mejores y más prestigiosas revistas semanales de España. En la primera época, (se fundó en 1937 en plena Guerra Civil), se subtitulaba Política de unidad. Josep Vergés su alma mater cofundó también Ediciones Destino que sirvió de soporte a la revista. Josep Pla, uno de los mejores, si no el mejor, y más prestigioso de los colaboradores, publicó, semana tras semana, durante treinta y seis años, casi dos mil artículos; magistrales todos ellos.

En Destino publicaron las grandes firmas del periodismo y las letras españolas del momento, como Eugeni D’Ors, Martín de Riquer, Santiago Nadal, Ignacio Agustí, etc. Se pudo leer en Destino, como verdadero lujo, a un elenco extraordinario de periodistas y escritores, tales como Néstor Luján, que fue muchos años su director; Manuel del Arco, Joan Teixidor, Sempronio, Josep Maria Segarra, José Jiménez Losano, Joan Fuster, Carles Soldevila, Ana María Matute, Manuel Jiménez de Parga, Pere Gimferrer, Joan Perucho, Ángel Zúñiga, Álvaro Cunqueiro, Baltasar Porcel, Eliseo Bayo y otros que ahora no recuerdo. Jordi Pujol, en 1980, la adquirió para convertirla en órgano de expresión personal, para aprovechar su prestigio, pero lo cierto fue que bajo su control se hundió y desapareció.