Los mallorquines somos gente sufrida. Nos hemos tenido que acostumbrar a las impertinencias del mundo. Si nos invaden millones de turistas, tenemos la obligación de aplaudir como locos. No podemos olvidar que nuestros antepasados pasaron hambre, que somos hijos de una tierra pobre. Si vemos que una gran parte de esos turistas no gastan ni un euro en los comercios ni la restauración, mientras van dejando un reguero de basura, no nos queda otra que mirar hacia otro lado. Aunque seamos testigos de que llegan a compartir hasta cuatro una misma Coca Cola, en una terraza de los bares del centro. Bien fría, por supuesto, en esos rincones donde no quedan mesas para nosotros, porque nos hemos instalado en un overbooking permanente. Y es que, aunque nos apretemos cual soldados en trincheras, no cabemos todos.
Sufridos, pero no resignados
Palma25/07/22 3:59
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