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La gente sigue sorprendiéndonos. Las convicciones claras, la capacidad de luchar por lo que creemos, la defensa del planeta… ennoblecen a muchos jóvenes, capaces de moverse y organizarse para salvar al mundo. Sin embargo, ¿cuál es la línea que separa la defensa de unos ideales nobles del fanatismo absurdo? ¿Dónde está la frontera entre la lucha por salvar el planeta y la obcecación sin sentido?
Me sorprendieron las imágenes de jóvenes que se dedican a asaltar museos. Existe un movimiento de personas que van a los museos, escogen cuadros representativos e importantes de la historia del arte (se preocupan, afortunadamente, de que tengan un cristal protector) y les lanzan zumo de tomate, de naranja, o cualquier material que sirva para destrozarlos. Se trata de simular que destruyen el arte, bajo el lema de ‘arte o vida’.

No puedo entenderlo ni aceptarlo. Siempre he creído que el arte representa la mejor cara de la humanidad. A través de las manifestaciones artísticas, de la capacidad de crear belleza, nos redimimos de muchas de nuestras miserias. El arte es la representación de las mejores inquietudes humanas: curiosidad por saber y experimentar, deseo de superación, forma de plasmar inquietudes e interrogantes, incluso una manera de interpelar al mundo para que reflexione. El arte plantea interrogantes, cuestiona todo aquello que nos uniformiza, cuestiona al mundo.
¿Cómo es posible, entonces, que unos jóvenes planteen la dicotomía arte o vida? ¿Por qué mecanismos incomprensibles amenazan con destruir lo que mejor tiene el ser humano?
Al defender los atropellos y atrocidades que sufre nuestro planeta, dejan claro que la humanidad es la culpable. De acuerdo. Si atacamos una de las peores caras de la humanidad, ¿qué sentido tiene destruir a su vez aquello que nos redime? El arte jamás puede plantearse cómo lo contrario de la vida. La dicotomía es errónea, porque es la vida humana en su máxima plenitud la creadora de expresiones artísticas que nos mejoran. ¿Cómo se llega a una conclusión tan equivocada: si los hombres destruyen el mundo, destruyamos las mejores creaciones de los hombres? Ese desatino es, seguramente, la causa que mueve a unos jóvenes al destruir las más bellas obras de un arte Salvador.