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La cuenta sanchista pasa por dos considerandos claves que nos atañen a todos. Que tengamos memoria de pez y que nos sigamos tragando una mentira diaria hasta el día de las urnas. A eso fían Sánchez, Tezanos y la tropa monclovita el seguir en el poder. Esa es su verdadera y más fundada esperanza.

El presidente Sánchez ha mentido siempre y en todo. Pillarlo una vez en verdad superaría lo inaudito para alcanzar la categoría de milagro. Cada una de sus declaraciones, promesas y juramentos tiene una réplica solemne y contundente de el mismo y su misma voz engolada. Ha mentido a todos y en todo momento. A los suyos los primeros, asegurándoles que no haría nada de lo que hizo de inmediato.

Todo y todos aquellos con los que aseguró, hasta 20 veces y enfatizando, que no pactaría jamás y nunca son con quienes lleva acostado desde aquel mismo momento. Podemos, separatistas y filoetarras componen la cama redonda de la que no solo ha salido sino en la que se revuelca gozoso.
La hemeroteca de Pedro Sánchez es una enmienda a la totalidad a todos sus hechos. Da igual de qué se trate. Da lo mismo el asunto o la causa. Siempre dirá y hará hoy lo exactamente contrario de lo que ayer dijo que haría.

Pero no es un mentiroso compulsivo. No. Es un mentiroso muy bien entrenado, consciente y de serlo y que piensa en que el engaño es la forma mejor de tapar sus traiciones.

Con la última felonía, esta de aliarse con los sediciosos y hacerles una ley a la medida para que no tengan que pagar por los crímenes de los que son reos unos, ya por el indultados, y prófugos otros, y puedan así con total tranquilidad volver a delinquir cuando les plazca, se ha equiparado al Rey Felón, aquel Fernando VII, que vendió España a Napoleón y luego se ciscó en la Constitución que había jurado y ejecutó a quien osó defenderla.