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Se veía venir desde hace años. En realidad, desde que el PP y demás derechas (políticas, jurídicas y mediáticas) declararon ilegal al Gobierno, era cuestión de tiempo que también declarasen ilegal al Congreso y su manía de votar ilegalidades. Numerosas escaramuzas en los últimos meses, así como los trapicheos gubernamentales de urgencia con el Código Penal y su pretensión de reformar lo que hiciera falta para desbloquear tantos años después un CJPJ y un TC caducados y casi sediciosos (si existiera todavía la sedición), unidos a la ostentosa acumulación de fuerzas en ambos bandos (un tanque judicial o político detrás de cada montículo) presagiaban el estallido inminente. Que empezó el jueves pasado, y Dios sabe cómo y cuándo terminará. Guerra jurídica total. Con drones, con ataques a estructuras civiles, con misiles, con armas legislativas tácticas, con voladura de todos los puentes. La señal la dio Feijóo, proclamando que «la reforma (para desbloquear el CGPJ y el TC) es ilegal». También es ilegal, se entiende, puesto que salvo ellos mismos todo lo es. Y buscó amparo en el Constitucional para impedir la renovación del Constitucional, así como del grumo de togados enquistados ilegalmente en el CGPJ. Estupefacto me dejó la osada maniobra bélica. Mucha gente, cuando un entiende nada, sufre violentos accesos de locuacidad frenética; yo no, yo si estoy estupefacto enmudezco. No tengo nada que decir. Pero como la guerra jurídica total, que de hecho empezó hace años, apenas acaba de empezar, y los magistrados que se mantenían discretamente a salvo en la retaguardia institucional no tendrán más remedio que salir a campo abierto (algunos muy rebeldes ya lo hicieron), y enseñar así el plumero al ser precisamente las instituciones el campo de batalla, supongo que algún comentario habrá que hacer. No se me ocurre ninguno publicable, fuera de recordar a la gente estupefacta que en la guerra todo vale, y que efectivamente, cuando el PP no gobierna es capaz de destrozarlo todo. No digamos si se le da gratis una excusa tan buena como ese torpe manoseo de la malversación, que ya avisamos de las nefastas consecuencias que tendría. Y aún nos quedamos cortos, porque esta Primera Guerra Jurídica, algo nunca visto, puede dejar en nada a la medieval Guerra de los Cien Años.