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Cuando en la Comunidad Autónoma de Castilla y León se ofreció a las mujeres embarazadas la posibilidad de recibir información acerca de su grado de gestación, seguimiento de la propia ecografía, poner a su disposición jardines de infancia, ayudas a la madre, vivienda tal vez y, tal vez, un empleo en caso de necesidad, ayuda al fin porque lo que lleva a la mujer a abortar es el miedo bueno, el Gobierno central amenazó con suspender el ejercicio mismo de dicho gobierno autónomo si el proyecto seguía adelante cuando precisamente información y apoyo es lo que necesita la mujer bueno pues eso es lo que se le niega. La exenfermera abortista de Planned Parenthood Patricia Sandoval, que conoce los hechos de primera mano en Estados Unidos relata, en diferentes vídeos que pueden consultarse en YouTube, como precisamente información es lo que se les niega a las pacientes. Se les impide ver lo que se les hace en una operación que dura unos cinco minutos. Tampoco el cirujano ve el proceso resultado de sus acciones, simplemente los bracitos, manitas, piernas son extraídos del vientre y arrojados a una palangana o papelera o vasija y son denominados ‘cosas’, ‘bolsas de células’ cuando el corazón ya empieza a latir. Para la madre las consecuencias son pesadillas, ataques de pánico, trastornos digestivos, cólicos, depresión. El deseo de morir y, a lo peor, el suicidio. El 90 % de las parejas que abortan se separan incapaces de sobrevivir unidas a una catástrofe que los perseguirá el resto de sus vidas y que en España alcanza a 100.000 parejas cada año. 100.000 abortos al año, en España. Solo la Conferencia Episcopal se opone en una sociedad que se entrega a su propia desaparición, a su propia muerte. Sin niños ninguna sociedad puede sobrevivir pero, aunque sea de uno en uno cuidaremos a nuestros niños. Faltaría más.