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Las prácticas corruptas vienen siendo algo habitual en los partidos más poderosos de España. Dando por supuesto que tarde o temprano va a aparecer otra manzana podrida, lo importante es atajarlas en cuanto surjan para evitar que se pudran las demás. En el ‘caso Mediador’, el PSOE afirma que actuó contundentemente suspendiendo de sus funciones y militancia al llamado Tito Berni y forzándole a renunciar a su acta de diputado en cuestión de horas. Sin embargo, siempre se llega a destiempo. La corrupción se anticipa al verdadero ejercicio de la función política que es velar por los intereses de la gente de a pie.

¿No existe algún método para cribar a estos especímenes que llegan a la política con el fin de pegarse la vida padre? Es harto complicado, pero se debe asumir como propio este tipo de equivocaciones puesto que el partido los ha puesto a disposición del ciudadano para que defienda sus intereses y no para enriquecerse pegándose farras de vicio a costa del dinero del contribuyente. Siempre se peca de lo mismo en España (sospecho que en el resto de países es idéntico): alcohol, cocaína y prostitución. Y este tipo de corrupción se encuentra en todos los estamentos, incluso en instituciones religiosas que por su función deberían estar a salvo de cualquier mínima sospecha. Es de una ingenuidad absoluta pensar que esto no se va a volver a producir ya que está totalmente asumido por la ciudadanía, como si se repitieran los goles de la jornada del domingo una y otra vez. Y encima los celebramos.