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Culturismo. Del fr. culturisme; cf. al. Körperkultur. 1. m. Práctica de ejercicios gimnásticos que tienen por objeto el desarrollo de los músculos. Buscando la palabra de cabecera para esta Tribuna tropecé con una duda: ¿somos culturistas? De los que tienen interés por la cultura, de los que tienen un hueco para un dato más, para conocer otro hecho, para visitar museos, galerías de arte, librerías o bibliotecas, de los que, además de los escritores ilustres, exploran a los autores incipientes o los locales que intentan abrir camino en esta difícil disciplina, de los que recitan de memoria a los pintores universales, además de reconocer una obra suya al verla, pero que también nos sorprenden mentando a talentosos cercanos, de los que van al teatro no solo cuando atraca la compañía de renombre o el personaje mediático. Pero la RAE nos presenta una contrariedad, este interesado sería un intelectual o un estudioso, nada que ver con culturizarse.

Y así nos va, ojeando las redes sociales parece que todos y por supuesto todas también, sacamos morritos en las fotos, autorretratos o selfis, que parece más moderno, espigamos traseros, agitamos melenas (los que pueden) y comprimimos barrigas; usamos filtros y aplicaciones para mejorar el presente. Sorprende el poco interés que suscita salir inteligente en la foto. ¿Cómo se puede salir culto en la instantánea? Parece una opción imposible, pero lo que me suscita curiosidad es la poca solicitud de este recurso por parte de la audiencia y si no hay demanda no hay oferta. Le propongo leer los poemas de Damià Rotger o Cristina Redondo, la truncada narrativa de Begoña Caamaño; acudir a la próxima exposición de Pep Coll o Maria Carbonero; investigar un poco sobre sorprendentes iniciativas como el Centro de Documentación Publicitaria sito en nuestra extremadamente turística ciudad.

Un aliciente, en las presentaciones e inauguraciones suelen invitar a alguna copa de vino. Y si disfrutó del montaje de Lucrecia o El carro de Heno o el inventor de la guillotina, puede que lleguemos a la misma conclusión y en la próxima fotografía nos preocupe menos la pose y el perfil bueno y luciéramos un esplendoroso cerebro. El sabio siempre quiere aprender, el ignorante siempre quiere enseñar.