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Está de moda el reguetón. Basta salir a la calle y ver a un grupo de chicos y chicas con su aparato de música, o ver pasar un coche con la música a grades decibelios. Todos ellos escuchan reguetón. Aún más, lo ha puesto de moda el famoso director chileno, Pablo Larraín, con su película Ema. La actriz Giannina Frittero en un momento dado, dice que, «el reguetón es una música para no pensar; para olvidar la cárcel en la que vives y para crear una cárcel en tu mente. Es un ritmo hipnótico que te intimida. Es una ilusión de libertad. Alguien les convenció de que si mueven las caderitas son mucho más libres. Es una cultura de la violencia donde las mujeres se convierten en objetos sexuales y el hombre en un puto macho…».

«Creo –reflexiona el director de la película– que buena parte de la nueva generación es profundamente política pese a que dé la impresión contraria, porque reniega de los cauces políticos que hemos impuesto nosotros, la generación de sus padres. Es una generación que se levanta contra el consumismo, contra las consecuencias de este último cambio climático. No creen en el amor romántico por lo que tiene de explotación del otro. Están convencidos de que el amor se puede vivir de forma diferente, más directa y con un profundo respeto por el otro. Y bailan reguetón. El reguetón es una actitud política».