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Hace poco contábamos que el ingeniero Geoffrey Hinton, el padrino de la inteligencia artificial, había abandonado su alto cargo en Google a fin de alertar al mundo de los graves peligros de la IA que él mismo había inventado, y en la que llevaba trabajando toda la vida. «Un serio peligro para la humanidad», aseguraba. Nos pasmábamos entonces de que hubiera tardado tanto en enterarse de lo que estaba haciendo, lo que exige una inteligencia muy reducida, y sin embargo, más que suficiente para crear la inteligencia artificial, que al parecer no requiere ninguna. Paradojas de la inteligencia, sea natural o artificial. Y en efecto, a eso se ha dedicado desde entonces con afán el señor Hinton, cuyas alarmas, quizá para compensar el tiempo perdido, resuenan casi a diario. En esas estábamos cuando nos enteramos de que otro genio informático, el señor Sam Altman fundador de OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT, había comparecido en el Capitolio ante la Comisión Judicial para exigir a los senadores estadounidenses de ambos partidos que regulasen urgentemente su producto estrella, y estableciesen normas y protocolos a fin de controlar tan monstruosa tecnología antes de que se pase al lado oscuro de la fuerza, también llamado reverso tenebroso. ¡El reverso tenebroso de la inteligencia! «Si esto sale mal, puede salir muy mal», resumió el cocreador del ChatGPT. Otro que no sabía lo que hacía, pero sabía hacerlo muy bien, y ahora exige que le controlen y regulen, por favor, igual que se hizo «con las armas nucleares», precisó para que se le entendiera. En fin, esto me recuerda cuando un matón de taberna empieza a berrear «¡Sujétenme, que alguien me sujete o lo mato!», y claro, llama mucho la atención. Este segundo aviso ya no me extrañó tanto, porque si bien de tecnología no sé nada, lo sé todo del reverso tenebroso de la inteligencia. Que es el pan nuestro de cada día desde el Neolítico. Incluso pensé si estas alarmas de los creadores no serían publicidad inversa, una campaña publicitaria increíblemente astuta de la IA. Tan astuta, que no ha podido ser diseñada por la IA. ¿Por quién entonces? Por el reverso tenebroso, cómo no. Habrá que permanecer atentos a las pantallas.