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Recientemente la Asociación Española de Abogados Cristianos anunció su decisión de estudiar los comentarios vertidos contra las procesiones en honor a la Virgen del Rocío. Los abogados se proponían, con objeto de determinar si los hechos son o no constitutivos de delito, analizar el contenido de tales comentarios. El ordenamiento jurídico español protege la libertad religiosa de manera general, es decir, cualesquiera convicciones, confesiones, así sean cristianas, musulmanas. Así sean, incluso, paganas, el ciudadano español, la persona que vive en España tiene derecho a ser respetada siempre que en el ejercicio de sus derechos no vulnere, a su vez, la libertad de ser y creer de los demás. En la literalidad del texto mencionado se anunciaba, repito, la intención de analizar unos hechos no de proceder, sin más, a la depuración de responsabilidades.

Así se pinta a la Justicia desde Grecia y Roma: ciega. Es una dama, la Justicia, que tiene la forma de una fría balanza que se inclinará en una u otra dirección según sea el peso de los hechos. Hoy la palabra democracia es un sello bajo el cual la mayor parte del mundo quiere vivir pero cuesta mucho aceptar el precio que ello implica. En España, cuando despunta la primavera, despuntan, también, las procesiones y, en ellas, la devoción popular clama al Cielo por el favor de la Virgen María, madre de Jesús y madre de todo creyente. Es la madre de una civilización, la católica, cultura que ha unificado un sistema político y lo ha convertido, con sus limitaciones y miserias, en objeto del deseo general.

Alguien lo expresó así «La Iglesia es intolerante en los principios porque cree y es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia son tolerantes con los principios porque no creen pero son intolerantes en la práctica porque no aman». Esos enemigos de la Iglesia deberían recordar que sin ella no habría hospitales porque ella fue la que los inventó. No habría orfanatos porque ella los inventó y no sería tan fácil divulgar el conocimiento porque ella pobló de escuelas lo que hoy llamamos Occidente.