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No acabo de entender la razón por la que una persona que pertenece a un partido político tenga que aceptar en bloque todo lo que dicen los jefes. Desde el momento de la afiliación deben dejar sus opiniones y no deben protestar ni discrepar en lo más mínimo. Y digo yo, ¿es normal que un parlamentario vote a favor o en contra de algo que va contra su conciencia? ¿Dónde está la libertad de conciencia, que es lo más sagrado que tiene el ser humano?

Además, los políticos elegidos en una comunidad deben mirar por el bien de los que le han elegido y votar en contra si lo que se vota perjudica a esa comunidad. El político se debe a los que le han elegido, no al partido. La realidad, sin embargo, es otra; hay que obedecer y se me antoja que hay muy poca diferencia entre esta obediencia a los partidos y la obediencia ciega de la que se hablaba en los conventos. Si no obedeces a los que mandan, te caerán multas y penas y casi seguro que nunca más volverás a ocupar un cargo de confianza. El voto de obediencia de los políticos es anticuado, autoritario y desastroso para la salud social.