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L a entrada de Vox en las instituciones mallorquinas tiene una primera consecuencia: se creará una Dirección General de la Familia y también una fecha marcada en el calendario para celebrar una fiesta al más puro estilo de ‘el día del niño’ de cuando gobernaba Franco. El tema familiar tiene su jugo. Todos los partidarios del capitalismo acérrimo y del más voraz consumismo coinciden en que debemos apostar por el crecimiento infinito. Una teoría que tiene muchísimos agujeros, pero esa es otra historia. Solo podemos crecer eternamente si tenemos muchos hijos, como ha ocurrido tradicionalmente. Si miramos un mapa mundial comprobaremos dónde las mujeres tienen muchos hijos y donde prefieren no tenerlos. Todos los territorios tercermundistas, donde la mujer aún no ha accedido al mercado laboral ni a ninguno de los derechos que le corresponden, están plagados de niños. Allí donde el país se ha industrializado y democratizado a tope es donde menos nacimientos se producen. Está claro por qué. De ahí que muchos países desarrollados hayan implementado medidas para fomentar la natalidad. Es fácil: guarderías, colegio, instituto, universidad, comedor y transporte escolar gratuito; y, además, un ‘salario’ para la madre mientras críe a sus hijos. Traducido: miles de millones de euros. Igual que se dedican a pensiones, a Defensa o a Sanidad, habría que poner una enorme bolsa de dinero para que las chicas quieran formar una familia sin perder la vida en el intento. Todo lo demás es demagogia y palabrería. Nadie va a decidir tener un hijo más porque lo diga un político o porque haya una Fiesta de la Familia en la que te regalen un bocata. Seamos serios: o se trata como un asunto de Estado o no se logra nada.