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Como no podía ser de otra manera, y con lo previsibles que son, la supresión del impuesto de sucesiones entre familiares directos por parte del Govern de Prohens ha sido criticado por las fuerzas de izquierdas. Creen que la medida beneficiará sobre todo a los ricos y, por supuesto, los servicios públicos se verán seriamente mermados. Parece como si dejar de ingresar 60 millones en un presupuesto de 7.133 millones (menos de un 1 %) obligará poco menos que a cerrar varios hospitales, colegios y dejar de subvencionar comedores escolares en Balears. Los niños, como en la etapa de Bauzá, volverán a llegar a los colegios desnutridos, un problema que desapareció, recuerden, a las pocas horas de empezar a gobernar Armengol. Pasar de la demagogia a la irresponsabilidad es muy fácil, pero estamos acostumbrados.

El tema de los impuestos es muy profundo y en este artículo no hay espacio suficiente para abordarlo, pero he visto a muchas personas defender vehementemente la solidaridad fiscal y luego intentaban ahorrarse 50 euros en la declaración de la Renta. O se quejaban porque tenían que pagar 400 euros en dos plazos. Realmente hay mucha hipocresía con el debate de los impuestos. Frente a esta falta de solidaridad de seguir exprimiendo a los ciudadanos con impuestos injustos como el de sucesiones es mejor defender la buena gestión, la optimización de los recursos públicos, la racionalización del personal de la Administración y, por encima de todo, ser responsable con el gasto. Si los que piden solidaridad supiesen muchas veces cómo se gasta el dinero que ellos pagan en impuestos es probable que cambiasen de discurso. Me contaban, por ejemplo, que uno de los consellers que acaba de salir del Govern solía comprar varios billetes de avión del mismo día para utilizar el que más le convenía tras acudir a alguna reunión fuera de Mallorca. O una exconsellera que alargaba el ‘check out’ varias horas de su habitación de hotel donde se había alojado en lugar de dejar la maleta en recepción. O unos directivos de un ente público que acudían a comer a un restaurante caro y pedían que en lugar de 3 en la factura se especificase que el menú era para 10. Porque no es lo mismo gastarse 300 euros entre tres que entre diez. Y así mil ejemplos. Con sus impuestos, por supuesto.

Por eso la supresión del impuesto de sucesiones es una excelente noticia para evitar que aquellos con menos recursos no deban endeudarse para poder liquidar una herencia. O renunciar a ella. En 2021 hubo casi dos mil renuncias y se aceptaron 8.358 herencias. Me cuesta creer que los ricos renuncien a las herencias, pero es el típico debate de buenos y malos tan común en los últimos años. Pero es un discurso muy hipócrita. E irreal.