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La película Sound of Freedom –sobre el tráfico y esclavitud infantil– estrenada en Estados Unidos el 4 de julio de este año 2023 ya ha alcanzado los casi 150 millones de dólares de recaudación y continúa cosechando grandes y sorprendentes resultados. Presentada en la ciudad de San Salvador y en una función ante 1.500 personas, el presidente Nayib Bukele se deshace en alabanzas hacia la cinta. «Nadie puede estar en contra de la protección y seguridad de los niños» asegura y promete dedicar todos sus esfuerzos a garantizar esa seguridad en su país. Bukele es tal vez el gobernante más popular del mundo por haber liberado las calles del terror de las pandillas y, apresando a los maras, ha cosechado el fervor de las masas pero el trato que reciben en las cárceles los prisioneros es inadmisible. Sometidos a un encierro «que no les permitirá ver la luz del sol» –así lo expresan, al parecer, las mismas autoridades– no hay que olvidar que la dignidad humana es inviolable y la redención de penas por el trabajo, por ejemplo, o los talleres de formación profesional que permitan el ejercicio de un oficio después de cumplir la condena no son ninguna novedad, hace siglos que se practican y ese es el fin que tiene la privación de libertad. Es una medida temporal. Ni es para toda la vida, ni es un mero castigo. Concluido el período de reclusión, el reo debe poder reintegrarse a la sociedad como si el delito nunca hubiera existido pues ambos se necesitan. El Estado necesita brazos que construyan el bien común y el individuo necesita relacionarse con otros individuos en libertad. Bukele da la impresión de aspirar a la reelección ignorando esos principios y, ya se sabe. La injusticia solo engendra más injusticia, es preciso rectificar.