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Realengo, ga

De real(2) y -engo.

1. adj. Dicho de un pueblo: Que no era de señorío ni de las órdenes.

2. adj. Dicho de un terreno: Perteneciente al Estado.

3. adj. Col. y Ven. holgazán.

4. adj. Méx., P. Rico, R. Dom. y Ven. Dicho especialmente de un animal: Que no tiene dueño.

5. m. desus. patrimonio real.

Cada día que pasa me reafirmo en la necesidad de que llegue el fin de la humanidad; se afianza en mi el convencimiento de que como especie, en cuanto a lo global, no tenemos un proyecto adecuado. En lo individual, muchos son buenas personas, muchos más malas; algunos tienen propósitos loables en el recorrido de sus vidas y una cantidad indecente solo pretenden, a diario, el bien propio; no lo critico, seguro que en su miserable existencia resulta agradable, pero no sirve como propósito general.

Es habitual que unas gotas, huidas del rebosado recipiente para el agua que generan los climatizadores, caigan sobre nuestra cabeza, que encharque la acera y que sea una evidente molestia para los mayores y las personas de movilidad reducida que con dificultad pueden esquivar tan fastidioso encuentro. Le recomiendo que no pulse el interfono para avisar del echo al propietario de la impertinencia, muy probablemente le atienda con exabruptos.

No menos molesto resultan los excrementos de perro abandonados en las aceras; es obvio que sus dueños consideran más incómodo tener que recogerlos, a que alguno de los más de setecientos vecinos invidentes de nuestra ciudad los pise.

Que le voy a decir, admirado lector, del que pone música como si la tuviesen que escuchar los tripulantes de la ISS y que no mueran de vergüenza al hacer evidente, ante todo el vecindario, su lamentable gusto musical. Cuanto mayor es el volumen, menor es el talento.

Podemos añadir la anomalía de dejar la bolsa de basura a media tarde, o antes, en el rellano del piso; que para que huela mal tu casa, que lo haga toda la comunidad.

Es difícil decidir cuál, de estas anormalidades, tiene mayor grado de molestia. Poco debería sorprenderle ya que uno espere el atardecer en su parvo balcón, copa en mano, mirando el tacaño cielo que la contaminación lumínica nos permite, oteando la estela del meteorito que nos convierta en historia y es que unos por otros, la casa sin barrer.