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A los que tuvimos el privilegio de participar activamente en la Revolución Cubana y conocer de alguna forma al comandante Ernesto ‘Che’ Guevara, podemos afirmar, al margen de ideologías, que era un verdadero idealista, humano y, sobre todo coherente en su defensa del socialismo marxista. Nada mejor que recordarlo en el aniversario 55 de su asesinato.

Una de sus objetivos fue la formación del hombre nuevo, un proceso que no se consigue de forma inmediata por su complejidad. Fue trabajador infatigable y no reparó nunca en el descanso. Su firme convicción de que el trabajo es la única fuente de riqueza y de bienestar de la sociedad, lo llevó a ser promotor del trabajo voluntario en Cuba, como expresión viva de la nueva moral en formación.

Otro de los pilares de su pensamiento fue el humanismo, un humanismo que plantea el respeto a la dignidad del hombre, la preocupación por el hombre sobre una base concreta y clasista. Para revolucionarios y marxistas, el Che encarna las mejores cualidades de los constructores del socialismo, cuyos principios son precisamente, los rasgos distintos de la práctica moral del ‘guerrillero médico’. Para los cubanos y los constructores del socialismo del siglo XXI, debe estar más vigente que nunca el lema de sus pioneros: seremos como el Che.