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Igualdad, como libertad, es palabra que por lo muy manoseada se presta a numerosas confusiones, y lo que es peor, a grandes desigualdades interpretativas. Cada cual entiende por igualdad lo que le da la gana, por lo que sería conveniente que cuando se perora acerca de ella, una práctica continua de nuestros políticos, se especificase de qué igualdad estamos hablando. Últimamente parecía que la acepción económica era la dominante, y que la desigualdad siempre se refería a los pobres de toda la vida, los miserables de Víctor Hugo (ahora los desiguales), y que cuando las estadísticas aseguran que crece la desigualdad, lo que decimos es que conforme el neoliberalismo hace de las suyas, cada vez hay más pobres y menesterosos. Más desiguales, en fin. Por supuesto, también existe igualdad de género, y sus obvias desigualdades, que no hace falta especificar porque se identifican enseguida por el contexto. Pero ahora resulta que el PP, que todavía no se ha enterado de que en España no hay elecciones presidenciales, sino parlamentarias, y no basta tener más votos para ganarlas, tampoco sabe (¡a estas alturas!) que somos un Estado autonómico, y lógicamente, las diferentes comunidades tienen legislaciones diferentes votadas democráticamente. De ahí que lleven semanas clamando a diario por la igualdad de todos españoles ante la ley. Qué igualdad, qué ley. Porque en los Estados federales, EEUU por ejemplo, cuyos territorios tienen menos autonomía que Murcia, en unos hay pena de muerte y en otros no. Vaya desigualdad. Y el propio PP se ha dejado el pellejo por gobernar en varias autonomías, precisamente para dotarlas de leyes distintas que se diferencien de las demás y les den ventajas. Como en Madrid. ¿Qué quiere decir entonces eso de que sólo ellos defienden la igualdad de los españoles? Ni idea. Habría que concretar, porque no sólo la derecha se hace un lío con la igualdad. Para Podemos, partido casi desaparecido, igualdad es que sea ministra de Igualdad de un Gobierno hipotético la misma señora que lo hundió. Misterios de la igualdad y la desigualdad. De la tensión entre el afán de igualdad y el ventajista deseo identitario de desigualdad. Ni ellos saben lo que dicen.