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Aunque Santiago Abascal asegure en el Congreso de los Diputados que la supervivencia de Vox no está en peligro los hechos demuestran y confirman que van por el mismo camino que Podemos. Si no hay un cambio de rumbo claro Vox puede quedar en la insignificancia política en la próxima legislatura y que sus votantes vuelvan a optar por el PP. Eso puede resultar perjudicial para los populares, que deberán volver a apostar por la mayoría absoluta como en los tiempos de Cañellas y Matas, pero esa ya es otra historia.

La falta de rumbo se ha confirmado esta semana cuando la portavoz de Vox en el Parlament, Idioa Ribas, ha criticado públicamente al presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, por no saber aplicar el reglamento al permitir un turno extra al portavoz socialista tras un cara a cara con la presidenta Marga Prohens. Si no fuera que Le Senne pertenece al mismo partido que Ribas no serían ni noticia las quejas de la portavoz de Vox, pero mal asunto que la diputada airee diferencias con su propio compañero de partido. Nadie olvida el golpe de estado cometido por Podemos hace dos legislaturas contra la expresidenta Xelo Huertas tras destapar los negocios audiovisuales de Alberto Jarabo y por eso que a nadie le extrañe que Le Senne pueda seguir los mismos pasos. Está haciendo méritos para perder el apoyo de los diputados que le pusieron en un cargo.

Es llamativo y hasta divertido que los diputados progresistas que acusaban hace apenas algunos meses a Le Senne de ser un político de ultraderecha y facha ahora le elogien por beneficiar irregularmente a Negueruela en un debate parlamentario con Prohens. También es llamativo que los diputados de Més se escandalicen ahora por ver una fotografía de Josu Ternera en el Parlament cuando ellos mismos se fotografiaban orgullosamente con los líderes de Bildu hace no mucho. Cuestión de sensibilidad.

Pero el quid de la cuestión es que o los dirigentes de Vox plantean nuevos discursos o tienen fecha de caducidad en la política balear y estatal. A diferencia de los políticos de Podemos y afortunadamente para ellos, los dirigentes de Vox no necesitan de la política para vivir. En eso tienen ventaja, pero que no se descuiden porque cuatro años pasan muy deprisa. Del tema del catalán no pueden vivir eternamente y de atacar a la oposición mucho menos. Y me temo que hay pocos mimbres en el grupo parlamentario para conseguir un cambio de rumbo. Si un jurista como Le Senne no sabe aplicar el reglamento cuando ha tenido tres meses para estudiárselo, imaginen el nivel de los demás. Agárrense porque Vox puede protagonizar los momentos estelares de la legislatura que acaba de comenzar.