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Los premios Nobel, si bien son los más prestigiosos del mundo y otorgan la inmortalidad, están definitivamente anticuados, no innovan nunca y son muy pocos. Una cosa esmirriada y avarienta. Apenas hay cinco categorías verdaderas, Física, Química, Medicina, Literatura y Paz, más una falsa, la Economía, añadida lenta y sigilosamente hace cincuenta años por la insistente presión de, cómo no, los economistas. «El equivalente al Nobel de Economía», se decía hasta hace pocos años; ya no se dice. El sexto Nobel, falso, ya es otro Nobel, pero seis premios anuales siguen siendo escasos, y no guardan proporción con la cantidad de castigos que recibimos en ese tiempo. Los Oscar, sin ir más lejos, reparten docenas de galardones a las actividades más extravagantes, porque en estas cosas del éxito, el evento y el espectáculo, la cantidad también cuenta. Total, que la semana pasada se concedieron los Premios Nobel de 2023, y una vez más, nos dejaron con la miel en los labios, nos supieron a poco. La Academia de Hollywood premia hasta el maquillaje y peluquería, sin contar los premios honoríficos a los que nunca ganaron premios, y mientras la Academia Sueca sigue en sus cinco (o seis) exiguas categorías. Millares de individuos se desloman cada año en beneficio de la humanidad, pero como sus labores no se corresponde con las preferencias del señor Alfred Nobel, inventor de la dinamita el siglo XIX, jamás podrán optar al premio ni alcanzar la inmortalidad. Reservada a físicos, químicos, literatos y tal. Hasta los matemáticos tienen que conformarse con el premio Abel, equivalente al Nobel según dicen, pero no el Nobel. Equivalencias es lo que nos sobra, necesitamos más Nobeles de verdad, como entendieron enseguida los economistas. ¿Para cuándo un Nobel de Tecnología, o de Informática, o de Digitalidad, que son las ciencias del presente? ¿A qué esperan para multiplicar y actualizar estos premios decimonónicos? Nobel de Psicología tampoco hay, pero los psicólogos logran colarse a través del de Economía, o escribiendo novelas psicológicas y optando al de Literatura. Sociólogos y politólogos ni eso, nunca verán reconocidos sus méritos, como tampoco los jueces al no existir el Nobel de Jurisprudencia. Ni el de Teología, por cierto. Sí, hacen falta más premios Nobel. Espabilen.