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Gemini man, Ang Lee, (2019) es una pasable película que hoy traigo por su mensaje. Una de las múltiples agencias gubernamentales de los EUA busca clonar «activos» perfectos que asesinen sin remordimien- tos. Es decir, el mantener el poder, no sobre la base de una pacífica y democrática gobernanza sino eliminando a todo el que estorbe. Clay Verry [Clive Owen] lo explica bien claro: «Henry [Will Smith] es como cualquier soldado. Cuando son jóvenes y estúpidos se creen todo lo que les dices, pero cuando se hacen mayores se cansan y les entran dudas. Por eso necesitamos una nueva raza de soldados». Se busca una máquina de matar, de la que se pueda prescindir cuando convenga, como Henry: «Haré que parezca un asesinato de los rusos. Tú dale un funeral de Estado, la bandera sobre el ataúd, 21 disparos, un buen discurso donde todos lloren.» Parece que Occidente camina hacia una sociedad de soldados sin cerebro y personas sin valores ni principios, que solo quieren dinero y poder. Si aceptamos cortar la luz a las incubadoras y bombardeamos ambulancias, hospitales, iglesias y niños como respuesta al terrorismo ¿en qué nos convertimos nosotros? La idea de la película no es utópica. ¿Pero democracia no era el gobierno del pueblo? Hace décadas, la CIA afirmó que tenía tecnología satelital capaz de leer las letras de una cajetilla de tabaco sobre un vehículo en cualquier lugar del mundo. El mar Báltico es una de las zonas más vigiladas del planeta, como lo es la Franja de Gaza. Hay satélites, videocámaras, aviones espía y otros dispositivos que escudriñan cada milímetro. Hay aplicaciones gratuitas al alcance de un escolar, que permiten saber en todo momento que buques navegan en cualquier lugar del planeta, su matrícula, carga, destino, etc. ¿Y no se sabe quién saboteó los gasoductos Nord Stream? Se acusó a Rusia, pero se bloqueó una investigación neutral. Se ocultó que Biden declaró (7 de febrero del 2022) que volaría los gaseoductos si Rusia invadía Ucrania, y a la pregunta de un reportero de cómo sería eso posible, estando el gaseoducto bajo control alemán, respondió: «Lo haremos, se lo prometo, podremos hacerlo (CTXT).» El periodista Seymour Hersh aportó más detalles sobre la implicación de EUA. En cualquier caso, ninguna investigación sostiene ya la tesis de un sabotaje ruso, pero nos inundaron con esa narrativa. Otro tanto podemos decir de los ataques a la central nuclear de Zaporiyia. Ahora le toca el turno al hospital de Gaza: «Ambas partes se acusan mutuamente.» ¿Merece el pueblo, que debe ser el que gobierne en democracia, ser tratado como idiota? Parece que algunos piensan que sí. Mensajes publicitarios constantes en el ordenador, en la televisión. Si vas al cine, antes te sueltan media hora de anuncios. No hay película en la que no salga una bebida comercial, el logo de un portátil y sobre todo, se promocione el consumo de tabaco cada dos escenas, pese al impacto negativo constatado en los adolescentes por la OMS (Douglas Bettcher); es el llamado «product placement.» Todo al servicio de un poder «made in USA» creador de narrativas falsas, que potencia seres como clones. Un mundo de gemelos ignorantes y estúpidos.