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En medio de la pandemia de ruido que soportamos, todavía existe un lugar en el que poder disfrutar del silencio. Es un espacio inclusivo, para todos los públicos, con una decoración colorida y creativa. Lo tenemos muy cerca de casa y nos permite acceder al conocimiento en mayúsculas. Hablo de las bibliotecas.

Su función principal es la de facilitar el acceso a la cultura a toda la sociedad. Se utilizan sobre todo como lugar para estudiar y de consulta de libros u otros materiales. También permiten leer los periódicos, hacer préstamos de libros y navegar por internet.

Una biblioteca es mucho más que un almacén. Es un servicio público financiado con impuestos que ofrece acceso a todo tipo de libros, prensa, revistas, trabajos académicos y archivos históricos de forma gratuita y legal, sin copagos. En segundo lugar, tiene un servicio de atención al cliente infinitamente mejor que el de la mayoría de empresas, tanto presencial como omnicanal por teléfono, a través de redes sociales y de aplicaciones de gestión de préstamos. Es también un elemento fundamental en la lucha contra la brecha digital, poniendo a disposición de los usuarios ordenadores, impresoras y escáneres, organizando cursos de alfabetizacion digital y ayudando altruistamente a las personas mayores o a población en riesgo de exclusión social a hacer trámites con los bancos o con la administración pública. Asimismo, es un espacio lúdico en el que se organizan talleres creativos, conferencias, cuentacuentos o jornadas temáticas sobre cuestiones de actualidad. El bibliotecario es en realidad librero, archivero, profesor, organizador de eventos, consultor y psicólogo. Las bibliotecas están al día de las novedades literarias, tienen córners con sugerencias e incluso algunas cuentan con club de lectura. Se celebran a sí mismas cada 24 de octubre, el Día de las Bibliotecas, que este año tenía el lema de ‘Tejiendo comunidades’.

Para mí, tienen otra característica que las convierte en un sitio muy especial: el ambiente de silencio, que abre la mente y da alas a la creatividad. Algo que, no obstante, no aprovechamos. En Balears, el porcentaje de usuarios de bibliotecas, tanto de forma presencial como por internet, era en 2018-2019 del 22,3 %, mientras que en 2021-2022 ha caído hasta el 14,5 %, según la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales del Ministerio de Cultura y Deporte.

El ruido se ha convertido en uno de los grandes males de nuestro tiempo. El tráfico rodado es la principal causa de la contaminación acústica, a lo que se suman los aviones, las obras, la música en las tiendas, las conversaciones, el ambiente en los bares o los altavoces personales. El silencio prácticamente no existe, y no se puede comprar. Las bibliotecas son ya refugios de silencio.