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Dijo la presidenta de las Cortes el día 31 de octubre, en el acto de jura de la princesa de Asturias, que «la democracia no es otra cosa que el poder del pueblo». Le faltó añadir, para ser exactos, que el poder del pueblo no está por encima de las leyes.

El ejercicio de la democracia siempre estará sometido a unas leyes porque no es posible considerar los derechos en abstracto. El acuerdo entre PSOE y Junts pasa por encima de las leyes y es una rendición del partido de Sánchez (me niego a llamarle PSOE) a las pretensiones de Puigdemont.

Es inadmisible que en ese acuerdo se afirmen dos legitimidades, como si fuesen interpretables. Es una falacia y un atentado a la legalidad constitucional. Ese poder del pueblo nunca puede ser pretexto para que unos responsables políticos se salten la ley.

Es inaudito que un presidente del Gobierno se haya dejado chantajear por quien ha hecho todo para romper el país. Es vergonzoso que se haya llegado a un acuerdo con un presunto delincuente sobre el contenido de una amnistía que le va a afectar. Es inaudito también que Junts exija concesiones para Cataluña como si fuesen mayoría, pero nada más lejos de la realidad. ERC, Junts y la CUP obtuvieron en las elecciones el 26,4 % de los votos. Léalo otra vez, sólo el 26% y el partido de Puigdemont fue el 5º en número de votos.

El incalificable acuerdo entre el partido de Sánchez y Junts, firmado en Bruselas para mayor escándalo, permite que Junts base sus aspiraciones en la Declaración de independencia de 2017 que considera legítima y pueda insistir en un referéndum de autodeterminación.

Poco importa que la otra parte no acepte esta interpretación porque acepta negociar sobre este punto, realmente innegociable. Como la vieja historia de dos catalanes: «yo digo que es blanco, tu dices que es negro, pero podemos entendernos». Y encima, el partido de Sánchez acepta que haya un mediador internacional porque Puigdemont no se fía de nadie. Asombroso. Como si fuésemos una república bananera.

La cuestión es que nadie está por encima de la ley. Sin embargo, Sánchez está a punto de cometer un enorme fraude de ley (una acción contraria a la verdad) y todo por 7 votos, porque el pueblo no le ha dado ningún poder para amnistiar. De las elecciones no surgió una mayoría social que le apoyase en esta cuestión. Las encuestas muestran que cerca del 50 % de los votantes del PSOE está en contra de esa amnistía.

Quien es capaz de interpretar la voluntad del pueblo con independencia de las leyes, acabará siendo un autócrata, el único que conoce realmente lo que el pueblo quiere. Dios nos libre.