TW
0

Es imposible enumerar todos los beneficios nutritivos, recreativos y culturales que el maíz (Zea mays) ha proporcionado a la humanidad, no sólo a cerdos y gallinas, toda vez que si no comemos de vez en cuando, nos morimos. Primero, comer; luego, ya veremos. Y de esta gramínea originaria de México y Mesoamérica llevamos milenios comiendo, y hasta bebiendo. Puede parecer que el maíz no es ningún ingenioso invento humano, sino fruto de la ubérrima naturaleza, que como Dios Padre, alimenta a las aves del cielo y los peces del mar, que ni trabajan ni emprenden nada. Pero no es así, ya que el maíz silvestre, sin llegar a tóxico y venenoso como por ejemplo la mandioca (yuca) y otros productos vegetales que comemos, bebemos o fumamos, muy comestible tampoco era cuando hace más de diez mil años los mayas y olmecas empezaron a intentar domesticarlo y cultivarlo. Algunos individuos, o muchos, se empeñaron durante milenios en que aquello tenía que ser comestible por narices. ¿Porque las mazorcas son hermosas? Ya me gustaría que fuese por eso, un triunfo histórico de la estética. La supervivencia del más poético, la belleza como instinto de conservación. Y no sólo convirtieron aquél hierbajo, una especie de maleza, en el cereal de mayor producción del mundo, sino que de él sacan harinas, tortillas, aceite y fermentados (el bourbon, que los americanos llaman whisky). ¡Y palomitas! Ya me dirán si eso no es un invento colosal, al nivel del vino, el aceite de oliva, la mantequilla, el queso Cabrales o el tabaco. Sí, algo colabora la naturaleza, pero sólo como proveedor de materiales, sin mérito alguno en el hallazgo del prodigioso resultado final. Somos una especie que sabe tratar con tóxicos y venenos, y considerar el maíz algo natural sería como atribuir a la naturaleza una botella de Château Lafite, un habano Romeo y Julieta o el kimchi coreano. Dios alimenta a las aves y los peces, pero poco y mal, digamos a la buena de Dios. Mientras el invento del maíz, que exigió siglos de tenacidad, además de dar de comer a generaciones de humanos y animales, salvando millones de vidas, es también un fenómeno cultural y muy estético. Como un endecasílabo. Como la ecuación de Dirac.