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Parece que los nacionalistas muy nacionalistas, además de genio vivo y ser propensos a la ofensa y la grandilocuencia, también han desarrollado ahora una gran sensibilidad a sentirse humillados, como los cronistas deportivos cuyo nacionalismo futbolístico les llevaba a titular ‘derrota humillante’ cada dos por tres. Digamos que a los nacionalistas de cualquier nación les humilla no ganar siempre, y así, nuestras derechas nacionalistas españolas, lideradas por el PP del señor Feijóo y docenas de periodistas madrileños fuera de sí, a las acusaciones trumpistas de fraude electoral, traición, golpe de Estado, el fin de la democracia, dictadura, etc., han añadido el calificativo de humillante, que ya repiten con delectación. No se sabe si los pactos del Gobierno para la investidura de Sánchez son humillantes para España, y de rebote para estos nacionalistas humillados que abominan de ellos, o si el proceso de humillación sigue el camino contrario. Puesto que humilla a nacionalistas españoles, a la fuerza debe humillar también a España. En fin, es igual, todos los nacionalistas discurren así, en ambos sentidos. A lo de fraude, Gobierno ilegítimo, traición, etc., ya estamos acostumbrados. ¡Pero eso de humillante…! Y aquí llegamos donde queríamos llegar, porque si los nacionalistas españoles, y España en general, se sienten humillados, los indepes catalanes también. La Asamblea Nacional Catalana montó en cólera de pura humillación, asegurando que los pactos españolizaban Catalunya, y a la dicharachera Clara Ponsatí le faltó tiempo para decir exactamente lo mismo que Feijóo. Que los pactos son una humillación para Catalunya. Tal cual, una humillación. Ciertamente, todo el mundo es libre de sentirse humillado como le dé la gana, o si no gana humillando al contrario, pero hacer extensiva la humillación a toda una nación, es algo típico de nacionalistas, y de sensibilidad patriótica muy fina. No hay nada que hacer con ellos. Si además de ofenderse también se sienten multitudinariamente humillados, apaga y vámonos. Y hasta se podría pensar (no es mi caso) que igual no lo ha hecho tan mal el Gobierno, puesto que ambos nacionalismos se proclaman totalmente humillados.